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Muse, un dispositivo que te lee la mente

Andrés Purriños

Muse
Detecta las ondas alfa y beta que emite el cerebroSe espera que se pueda aplicar a controlar dispositivos y juegosSe comercializará en 2013 a un precio de 200 $

El cine y la literatura de ciencia-ficción están llenos de ejemplos de sistemas de control innovadores: interfaces táctiles, control por voz, control holográfico y, por supuesto, también hay ejemplos de control por ondas cerebrales. Muchos de estos inventos están inspirados en tecnologías que se intenta desarrollar, que se considera posible desde un punto de vista teórico o que, con el tiempo, terminan convirtiéndose en realidad.

Este es el caso de Muse, un dispositivo diseñado por una empresa canadiense con forma de diadema y que es capaz de interpretar las ondas alfa y beta que emite el cerebro durante los estados de relajación y de actividades que exigen concentración, respectivamente. Evidentemente, no es capaz de adivinar lo que estás pensando, pero sí detecta el tipo de pensamientos que tienes. Así, se han desarrollado sistemas domóticos capaces de adaptar la iluminación de casa según tus estados de ánimo, experiencias en las que un grupo de música acompaña a un músico que controla un sintetizador mediante el pensamiento, etc. 

A efectos prácticos, el fabricante proporciona una app para el móvil que indica tus estados mentales al instante y un SDK para que los primeros en hacerse con este artilugio desarrollen sus aplicaciones. Por su parte, están buscando fórmulas para integrar esta tecnología con aplicaciones y juegos. ¿Te imaginas una versión de Angry Birds controlada mentalmente?

Se espera que se comercialice a partir de 2013 a un precio de 200$, aunque actualmente está en fase de financiación mediante crowdfunding: los usuarios financian el proyecto para que salga adelante y reciben alguna recompensa por su inversión en función de su cuantía. Los inversores que se gasten una cantidad muy elevada reciben, además del producto, un grifo de cerveza que te permite servirte una sólo con imaginarlo. ¡El Homer Simpson que todos llevamos dentro lo quiere!

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