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Cigarrillo electrónico: Todo lo que necesitas saber

Cigarrillo electrónico: Todo lo que necesitas saber
El cigarro electrónico se ha extendido entre aquellas personas que quieren dejar de fumar o reducir el consumo de tabaco. Pero, ¿es realmente efectivo? ¿Existen riesgos? ¿Es su uso inocuo como anuncian en su promoción? Intentamos arrojar algo de luz sobre todas estas cuestiones.

El uso del cigarro electrónico se ha disparado durante los últimos años. Sobre todo desde que entró en vigor la ley que prohibía fumar en lugares públicos.

Esta ley hizo plantearse a muchos fumadores la posibilidad de abandonar su hábito de fumar. Muchos de ellos vieron en el cigarrillo electrónico el apoyo que necesitaban para intentarlo.

A raíz de esta nueva tendencia de los consumidores habituales de tabaco, durante el año 2013 se abrieron en España más de 3.000 comercios dedicados exclusivamente a la venta de cigarrillos electrónicos, sus accesorios y consumibles. Pero el uso de este dispositivo no ha estado exento de cierta polémica desde sus inicios.

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El meteórico ascenso de este dispositivo ha sido un tanto caótico en cuanto a los controles que las autoridades han ejercido sobre él, ya que no ha ido acompañado de estudios científicos que analicen los efectos a largo plazo del uso habitual de este tipo de dispositivos inhaladores, ni de un control de su distribución, tal y como sucede con otros productos derivados de la nicotina o del tabaco.

¿En qué consiste el cigarro electrónico?

El cigarro electrónico es un dispositivo alimentado por una batería, que utiliza una resistencia para calentar una solución líquida hasta convertirla en un vapor que es aspirado por el usuario. Este vapor puede contener nicotina en diferentes concentraciones o simplemente aditivos aromatizantes que le aportan un determinado sabor.

Partes y componentes de un cigarro electrónico

Este mismo principio se puede aplicar para simular otros artilugios empleados tradicionalmente para el consumo del tabaco, como cigarrillos, puros, pipas, etc.

Historia del cigarro electrónico

Aunque pueda parecer un invento de reciente creación, lo cierto es que el cigarrillo electrónico, eCigar o eCig se patentó hace más de 51 años.

Herbert A. Gilbert patentó el cigarrillo electrónico en 1963

El 17 de abril de 1963, Herbert A. Gilbert presentó una solicitud de patente de un dispositivo que describió como: “sustitución de tabaco en combustión y papel con aire aromatizado caliente y húmedo”.

El dispositivo original de Herbert A. Gilbert no incluía el componente de la nicotina, y consistía únicamente en la aspiración de vapores aromatizados con aditivos, producidos por el calentamiento de un líquido.

No obstante, en una época donde fumar estaba socialmente aceptado y no existían límites en el consumo público del tabaco, el invento de Herbert A. Gilbert no tuvo demasiado éxito comercial y pronto cayó en el olvido.

Solicitud de patente de Herbert A. Gilbert

Años más tarde, ya en 2003, el farmacéutico chino Hon Lik decidió retomar la idea de Herbert A. Gilbert y evolucionar el cigarrillo electrónico tras la muerte de su padre a causa de un cáncer de pulmón.

En ese momento, la situación social y las continuas presiones hacia los fumadores propiciaron que el proyecto tuviera el apoyo comercial necesario para, en poco más de 5 años, extender su negocio por todo el mundo.

Hon Lik. Impulsor del actual cigarrillo electrónico

Cigarrillo electrónico: ¿Tóxico o inocuo?

En honor a la verdad y siendo rigurosos, nadie puede afirmar rotundamente ni que el uso habitual de los cigarros electrónicos sea nocivo para la salud de los usuarios (ni activos, ni pasivos), ni tampoco que su uso resulta totalmente inocuo.

A falta de estudios neutrales a largo plazo que certifiquen una u otra afirmación, surgen opiniones de todo tipo y por cada estudio que se presenta señalando sus inconvenientes, aparece otro que lo desmiente.

Hasta llegar a una conclusión definitiva, la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha desaconsejado su uso y ha instado a las autoridades a reforzar los controles que se aplican a este tipo de dispositivos, así como medidas restrictivas que regulen su distribución y promoción.

Sede de la OMS

La OMS basa sus advertencias en el hecho de que la falta de regulación sobre estos dispositivos permite que, por ejemplo, las dosis de nicotina presentes en los líquidos de vaporización (también conocidos como e-líquidos) se encuentren en diversas cantidades y concentraciones, sin que existan controles que certifiquen si esa concentración es real o no.

Diversos estudios apuntan a que, a pesar de que el uso de glicerol y propilenglicol, dos de los componentes más habituales en los líquidos que se utilizan para obtener el vapor en los cigarrillos electrónicos, está muy extendido en la industria farmacéutica y se consideran como no tóxicos, su continua inhalación por el uso del cigarro electrónico, puede causar serios trastornos en las vías respiratorias a largo plazo.

la simple aspiración para obtener el vapor ya es perjudicial para el sistema respiratorio

Otros estudios apuntan el hecho de que la simple aspiración para obtener el vapor aromatizado del cigarrillo electrónico (o vapeo como se conoce a la acción de “fumar” en un cigarrillo electrónico) ya es perjudicial para el sistema respiratorio ya que provoca un aumento de la resistencia a la respiración, más dificultad al paso del aire y signos de irritación de la mucosa respiratoria.

Conflicto de intereses del cigarro electrónico

El e-cigar se ha convertido en una auténtica patata caliente para los políticos y legisladores que se han encontrado, de repente, en medio de las presiones de potentes sectores industriales y económicos.

Las farmacéuticas o tabacaleras han visto amenazados sus nichos de mercado con la incursión de un producto que podría hacer peligrar las ventas de productos sustitutivos de la nicotina, en el caso de unos, o reducir las ventas de cajetillas en el caso de los otros.

Conflicto de intereses del cigarro electrónico

Los fabricantes, distribuidores y comerciantes de cigarros electrónicos y sus accesorios también se han puesto en pie de guerra para defender sus intereses comerciales, tan legítimos como los de las farmacéuticas o tabacaleras.

Por otro lado, las organizaciones sanitarias y de consumidores reclaman medidas de control y regularización de un producto que los consumidores aprecian, acertada o erróneamente, como una alternativa al insano hábito del tabaco.

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Caos administrativo en torno al cigarrillo electrónico

La falta de una normativa de regulación y control en la distribución facilitó en sus inicios que incluso los menores pudieran acceder a este tipo de dispositivos.

Por suerte, actualmente se ha puesto freno a esta práctica y en la mayoría de países donde se comercializa está prohibida su venta a menores y en muchos de ellos incluso está prohibido su uso en lugares públicos.

En algunos países como Argentina, Australia, Grecia, Lituania, México, Panamá, Singapur, Uruguay o Venezuela el uso del cigarrillo electrónico está totalmente prohibido.

En España, la Consellería de Salut de la Generalitat de Cataluña fue la primera institución en decretar la prohibición del uso de este dispositivo en edificios públicos sanitarios o de atención primaria.

Caos administrativo entorno al cigarrillo electrónico

En Febrero de 2014, la Comisión de Sanidad y Servicios Sociales del Congreso de los Diputados aprobó una ley que prohibía, textualmente, “la utilización y publicidad de los cigarrillos electrónicos que liberan nicotina y productos similares".

Con esta ley se impone al cigarro electrónico unas restricciones de uso similares a las del tabaco, ya que se prohíbe su uso en centros y servicios sanitarios y educativos estatales, así como en parques públicos, zonas infantiles o de ocio de menores. También se prohíbe su uso en cualquier transporte público aéreo, terrestre o marítimo.

No obstante, todavía quedan muchos vacíos legales en cuanto a controles sanitarios sobre la composición de los e-líquidos que se utilizan para crear el vapor de los cigarrillos electrónicos y sus dosis de nicotina.

La actual legislación ley se impone al cigarro electrónico unas restricciones de uso similares a las del tabaco

Ante el endurecimiento de la legislación que se aplica a este tipo de dispositivos, en la que prácticamente se iguala a la del tabaco, se ha estancado su uso y han cerrado el 70% de los comercios de distribución que florecieron—literalmente—durante los primeros años del boom del cigarrillo electrónico.

¿El cigarro electrónico te ayuda a dejar de fumar?

Según los expertos sanitarios, el uso de los cigarrillos electrónicos tiene un bajo porcentaje de éxito en los usuarios que lo utilizan para dejar de fumar.

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Esto es debido a que, al continuar consumiendo nicotina, y no romper psicológicamente con el hábito social de fumar en determinadas situaciones (después de las comidas, al salir con los amigos, etc.), el fumador simplemente se estanca y solo cambia su forma de consumir la nicotina sin dejarla por completo.

En este aspecto, métodos sustitutivos de la nicotina tradicionales como chicles o parches, tienen mayor porcentaje de éxito para conseguir dejar de fumar.

No obstante, lo que sí se ha apreciado es un descenso en el número de cigarrillos diarios que un fumador consumía al combinarlos con un cigarro electrónico.

¿El cigarro electrónico te ayuda a dejar de fumar?

También se han dado casos en los que, esta sensación de inocuidad que rodea al cigarrillo electrónico, hace volver a este hábito a exfumadores que habían dejado por completo el tabaco o a jóvenes usuarios que adquieren el hábito de vapear, para luego comenzar a consumir tabaco.

¿Existe un riesgo para el “vapeador pasivo”?

A duras penas existen estudios neutrales que demuestren de forma fiable los efectos perjudiciales que provocan los cigarrillos electrónicos en sus usuarios directos. Por lo que resulta toda una incógnita saber si éste tiene algún tipo de efecto sobre quién está a su alrededor.

Lo que si se ha observado es que el vapor que produce este tipo de dispositivos deja un rastro de partículas suspendidas en el aire. Analizando esas partículas se han detectado sustancias que podrían llegar a ser nocivas o cancerígenas, más aún cuando el e-líquido empleado contiene una determinada carga de nicotina.

Se desconoce si la aparición de estas partículas nocivas en suspensión pueden ser producidas por el propio vapor del cigarro electrónico o por la interacción de otros agentes externos presentes en el aire.

¿Existe un riesgo para el “vapeador pasivo”?

De cualquier forma, los efectos adversos para los vapeadores pasivos son muy inferiores a los que pueden afectar a los fumadores pasivos.

Sea como fuere, ante la falta de pruebas y estudios neutrales que vayan más allá de los sesgados intereses comerciales de partidarios y detractores, conviene echar mano de la cautela y no dar a la ligera la categoría de inocuo a algo que, tal vez en unos años, podría clasificarse como tóxico.

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Etiquetas: Salud