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¿Por qué antes se decía footing y ahora se dice running?

Tomas Gonzalez

¿Por qué antes se decía footing y ahora se dice running?

El lenguaje está vivo. Vivísimo. Se caen palabras, llegan otras nuevas, los humoristas y populares televisivos ponen de moda algunas y, sobre todo, la tecnología y las redes sociales crean, modifican y activan términos que son firmes candidatos a habitar de por vida las páginas del todopoderoso DRAE.

El problema es que esta actividad, amén de una sanísima y enriquecedora renovación del lenguaje, es a la vez un terreno abonado para que la estupidez humana se instale y haga crecer algunas de sus plantitas, que van creciendo y creciendo con cada cosecha a base de esnobismo hasta que dan sus frutos en forma de palabros que terminarán por ser nuestros.

Verbigracia, antes salíamos a correr. De forma improvisada, casi vestidos de calle, envalentonados e inconscientes, sin consultar antes con el médico no fuera que se nos salieran los intestinos en una cuesta. Pero vino un listillo y nos dijo que lo que nosotros hacíamos no era correr, era “footing”.

La tecnología crea palabras que nacen, crecen, se reproducen... y mueren

Desde entonces, para hacer lo mismo teníamos que consultar con un cardiólogo, comprarnos un chándal de poliéster y unas deportivas. Lo de antes, no era más que correr. Hasta que otro tipo, aún más listillo, vino y nos dijo que lo que nosotros hacíamos no era “footing”, sino “running”.

Y si antes te bastaba con salir a la batalla deportiva con chándal y camiseta, ahora eres un loco descerebrado si inicias tu traqueteo aeróbico sin gastar 300 euros en unas “zapas” que protegen tu columna, corrigen malas posturas, salvan tu alma y regulan tu nivel de colesterol. 

Desde entonces, ya nadie sale a correr. Ni siquiera hacen “footing”. Todos practican “running”. Que es lo mismo, vaya.

También ocurre, incluso más aún, en el campo de la tecnología, especialmente inclinada a crear términos Lo hace continuamente. Unos terminan por ser de uso diario y se niegan a salir de nuestras conversaciones. Otros no acaban de cuajar y unos cuantos, dubitativos, habitan en un limbo esperando que la autoridad competente termine de decidir si finalmente diremos tablet o tableta.

Pero nacer nuevos términos, nacen. Y al hacerlo entierran a otras palabras, sin piedad alguna. Pero es lo que tiene la tecnología: cabalga rápido, sin mirar atrás ni sentir pena por todo lo que pisotea con su galope. No sólo palabras, sino prejuicios, conceptos, costumbres...

Ya nadie sale a correr, ni hace footing. Ahora practica running. Que es lo mismo, vaya.

Antes, tu madre tenía la certeza de que tu Spectrum rompía la tele. Ahora la ves introduciendo comandos unix en la consola de su Ubuntu. Antes, sacarse una foto a sí mismo con los amigos era una tontería de borrachuzo y, si lo hacías, te cuidabas muy mucho de esconderla por vergüenza. Ahora, se llama selfie, se muestra con orgullo en las redes sociales y hasta los teléfonos vienen preparados para facilitar la tontuna.

La tecnología, que todo lo cambia. Y nosotros también, que antes recelábamos de ella y ahora nos dejamos moldear a su gusto. Todo con tal de no quedarse por detras del "trending topic". Y si para ello hace falta dejar de correr o de hacer footing y practicar running, pues se hace. Que es lo mismo, vaya.

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