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Omoide Yokocho, el callejón japonés de los 80 bares en apenas 150 metros

Omoide Yokocho, el callejón japonés de los 70 bares en apenas 200 metros

Wikimedia

Adentrarse en el Callejón de los Recuerdos es como viajar en el tiempo, a la época de la reconstrucción de Japón.

Al lado de la estación de Shinjuku, en Tokio, un estrecho y sucio callejón acumula 80 bares en poco más de 150 metros. Es el callejón Omoide Yokocho, que nos transporta al tiempo de las postguerra.

La estación de Shinjuku es la más transitada del mundo. Cada día 3,5 millones de pasajeros cogen aquí el tren o el metro.

Antes de la estación había un importante mercado, y alrededor suyo las callejuelas se llenaban de pequeños comercios, bares y restaurantes.

Omoide Yokocho, el callejón de los bares

Según cuenta la web Japonismo, el callejón Omoide Yokocho, que significa Callejón de los Recuerdos, ya existía a principios del siglo XX. Fue destruido en la Segunda Guerra Mundial, pero enseguida volvió a poblarse de lo que le ha hecho famoso: acumula 80 bares en poco más de 150 metros de calle.

Cuesta creerlo, así que aquí tienes un prueba gráfica, en este vídeo de Twitter:

Como puedes ver, los bares son tan estrechos que apenas hay espacio para una barra, y una fila de asientos. Muchos de estos locales tienen dos metros de ancho.

Los más privilegiados tienen una escalera para subir a un segundo piso, donde suele estar la cocina, o el almacén.

Estos bares se especializaron en servir brochetas de pollo y casquería, llamadas yakitori, y casi todos cocinan lo mismo, con diferentes variantes: pollo, cerdo, verdura, etc. Si no tienes cuidado puedes pedir sin darte cuenta una brocheta de lengua de ternera, de intestinos de cerdo, o pene de caballo.

Aquí puedes ver un plano con los 80 bares del Callejón de los Recuerdos:

Callejón de los recuerdos

Japonismo

La comida es muy barata, porque lo que más cuesta es la bebida. Y es un tipo de alimento que no puedes digerir sin llevarte algo de líquido a la boca. Normalmente cerveza, sake, o shochu.

Aún se le apoda el Callejón del pis, porque en los años 50 la gente acostumbraba a orinar en plena calle, y al ser tan estrecho, los olores se acumulaban. Ahora hay servicios públicos, y algún bar tiene sitio para un urinario privado, según cuenta Japonismo.

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Durante 40 años Omoide Yokocho permaneció congelado en el tiempo. Pero en 1999 sufrió un incendio que lo destruyó casi por completo. Lo volvieron a reconstruir exactamente como estaba, y así ha llegado hasta nuestros días.

Si visitas algún día Tokio, el callejón Omoide Yokocho, con 80 bares en poco más de 150 metros, es un lugar que merece la pena recorrer. Solo debes tener cuidado con lo que pides, y llevar dinero en metálico. Como en los viejos tiempos, poco de estos establecimientos aceptan tarjeta...

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