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Steam ha arruinado mi vida (o está a punto de conseguirlo)

Tomas Gonzalez

Con servicios como Steam, el software original es la mejor opción
Steam es un problemón. Los juegos de esta plataforma son tan baratos, tan accesibles, lucen tan bonitos en mi biblioteca virtual... son irresistibles. Llevaba seis meses limpio, pero lo confieso: hoy he vuelto a comprar juegos originales, y la recaída es inminente. ¡Ayudadme, por favor!

Empecemos por el final: servicios como el de Steam deberían estar prohibidos. Destrozan familias. Arruinan vidas. Desatan poderes oscuros y arcanos que deberían permanecer enterrados durante siglos: el poder de... bueno, más bien el no poder dejar de comprarlo todo. El consumismo salvaje, para entendernos mejor. Lo odio. Y lo adoro.

La fórmula de Steam es tan brillante como maléfica: un vasto catálogo de juegos de todo tipo. Bien presentado. Con una plataforma que funciona como la seda, comunidad de usuarios, logros, actualizaciones y parches. A precios razonables que, repentinamente, se vuelven completamente locos mediante campañas de rebajas y ofertas constantes. Para PC, para Mac... hasta dejan que los linuxeros saquen pecho con un rosario de títulos.

Y, para colmo, se lanzan a poner a nuestro alcance un sistema operativo encerrado en unas cajitas muy monas destinadas a inundar nuestro salón de ocio electrónico. ¿Pero tú sabes el daño que nos estás haciendo con tu dichoso Steam, Gabe Newell?

Yo intenté atajar el problema desde la base. Desinstalé el cliente de mi ordenador, derivé sus tentadores mensajes con ofertas especiales y oportunidades irrepetibles a mi bandeja de correo no deseado y prohibí en mi círculo de amigotes que la palabra maldita, Steam, se pronunciara en mi presencia. Y, tras todo este paquete de medidas, me creí seguro. Iluso. 

Juegos buenos, a un precio justo, bien distribuidos... ¡Que alguien tome medidas antes de que haya más víctimas!

No estaba preparado para lo que había de venir. Steam había abierto la veda, y otros espabilados querían hacer lo mismo: atrapar almas débiles como la mía. ¿Doy nombres? Allá va uno: el suplicio de la gente de Humble Bundle, mercaderes de sueños electrónicos sin escrúpulos. ¿Qué hay detrás de su maquiavélico y demoledor planteamiento

La cosa funciona así: un mensajito, aparentemente inocente, llega a tu buzón advirtiéndote que, para conmemorar la victoria sobre el ejército otomano de las tropas al mando de Santa Brígida y su pelvis incorrupta –las razones son lo de menos– , ocho juegos de la compañía X han formado un pack que puede ser tuyo por... lo que te dé la gana

Como suena. Pagas un euro, dos, cinco, diez, y te llevas los juegos. Si superas la media pagada por la comunidad, te llevas unos cuantos juegos más como extra. Encima puedes repartir la forma en que se use tu dinero: autores, obras benéficas... así que vivificas tu conciencia y elevas tu espíritu. Muy peligroso. Maldito seas. Maldito seas, Humble Bundle, una y mil veces.

Por suerte, aún permanecen en el mercado los modelos tradicionales para hacerme desistir de comprar tanto jueguito. Soportes físicos a precio de caviar iraní cargados de protecciones molestas para el usuario e inútiles para el piratilla. Plataformas de medio pelo con versiones digitales por poco menos que las físicas... bienvenidos sean, ellos y su mediocre servicio. Gracias a ellos, me ahorro comprar juegos originales y, lejos de sentirme culpable, hasta me creo más listo que muchos. 

Pero los otros caraduras, Steam y Humble Bundle, junto a cómplices desalmados como GOG y algún otro de su calaña, son endemoniadamente buenos. Pocas bromas con ellos, aléjate de sus páginas web o tú también terminarás comprando juegos originales...

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Etiquetas: Steam, Piratería