Científicos descubren cómo acabar con el hambre modificando el sistema alimentario mundial

Parece un clásico, pero pedir que acabe el hambre en el mundo sigue siendo tan necesario como hace 100 años. La pobreza no ha desaparecido por mucho que el mundo haya aumentado en riqueza. Y pese a que hay comida suficiente hay continentes que pasan hambre, como África.

Una cifra récord de 345 millones de personas en todo el mundo se enfrentan actualmente a la inseguridad alimentaria aguda, informó este año el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. Este crítico déficit alimentario no ha hecho más que crecer en urgencia. 

Aunque los niveles de seguridad alimentaria han estado disminuyendo durante décadas, las crisis recientes han exacerbado el declive.

Varias crisis han interrumpido las cadenas de suministro de alimentos y ha provocado que el 35,5 % de la población sufra inseguridad alimentaria por primera vez, especialmente entre las familias de bajos ingresos. Esto significa que hay más familias que antes a punto de pasar hambre.

Las sequías provocadas por el cambio climático están secando las tierras agrícolas. La guerra en Ucrania ha disparado los precios de los fertilizantes, el aceite de cocina y los cereales al bloquear las exportaciones cruciales y, en todo esto, África está sufriendo más que nunca.

La semana pasada un grupo de científicos presentaron una forma intrigante de ayudar a aliviar el hambre en el mundo. Estos dicen que sería prudente redirigir algunos recursos que utilizamos para alimentar al ganado, como los cultivos de cereales y el pescado apto para el consumo humano.

El equipo cree que esos animales podrían comer ciertos subproductos alimenticios que los humanos suelen desechar como comida. Cosas como la remolacha azucarera, la pulpa de los cítricos y los residuos de las cosechas.

Y después de modelar tales ajustes, los investigadores calcularon que es posible aumentar nuestro suministro colectivo de alimentos hasta un 13% en términos de calorías y un 15% en términos de contenido de proteínas. Eso es suficiente para alimentar a unos mil millones de personas más que ahora.

Un concepto que no es nuevo: usar diferente la comida

Este tipo de táctica de manipulación de alimentos no es exactamente un concepto nuevo. Los científicos han ido de un lado a otro durante años sobre si los productos consumibles del ganado pueden ser reutilizados por humanos. 

En 2017, de hecho, un estudio separado encontró que el 86 % de los alimentos secos para el ganado, incluyendo los residuos y subproductos, no son actualmente comestibles para los seres humanos, por lo que la pérdida de alimentos de la alimentación de los animales es mínima.

Aun así, según el nuevo estudio del equipo, ese 14 % sobrante puede ser algo flexible para beneficiar al sistema de suministro de alimentos en general. Con este planteamiento, la pobreza ya no sería un problema a la hora de poder comer y el hambre, en mayor medida, sería cosa del pasado.