Consejos y claves para comprar discos SSD

Los discos SSD (de las siglas en inglés de Solid-State Drive) han supuesto toda una revolución en el ámbito de los ordenadores personales, cuya evolución en el rendimiento parecía haber llegado al borde de un abismo en el que la física había puesto los límites empujando a los discos duros al vacío y convirtiéndolos en un lastre para el resto del ordenador.
Por suerte, este tipo de almacenamiento en estado sólido ha conseguido cortar la cuerda para liberar a los ordenadores de ese lastre y poder seguir avanzando en su evolución para conseguir ordenadores con mejor rendimiento y optimización. Actualmente instalar un disco SSD es una de las actualizaciones más recomendadas para mejorar el rendimiento de tu ordenador.
Qué es un disco SSD
Muy probablemente, si estás leyendo esto y te estás planteando comprar un disco SSD, ya sabrás aproximadamente lo que es. Aunque si no lo sabes, nosotros te lo contamos encantados.
Los discos SSD utilizan una agrupación de chips de memoria similares a los que se utilizan en las memorias RAM o en las unidades USB que recibe el nombre de memoria NAND Flash, en lugar de utilizar discos magnéticos superpuestos como sucede con los discos duros tradicionales.
Al usar este tipo de soporte de memoria, no utilizan elementos móviles, por lo que son mucho más rápidos que los convencionales.
Mejora el rendimiento de tu ordenador
Las ventajas son tantas y tan obvias que casi resulta injusto comparar ambos sistemas de almacenamiento.
En lo primero que destaca un ordenador que utiliza un disco SSD en lugar de un disco duro magnético es en la velocidad a la que todo se inicia.

Ya desde el mismo arranque del sistema se aprecia un drástico descenso del tiempo de inicio del sistema operativo, pero esta velocidad continúa cuando los programas y archivos se inician de forma casi instantánea.
Este aumento de la velocidad se debe a la ausencia de elementos mecánicos en los discos SSD. El disco duro tiene que enviar una señal al cabezal lector para que lea o escriba un determinado lote de datos en una posición del disco y este tiene que accionar el brazo lector para llegar hasta un determinado punto del plato giratorio para realizar la tarea.
En el caso del SSD, esto se reduce a un impulso eléctrico que realiza la tarea que se le encomienda. Así de fugaz es su funcionamiento.
El precio de los discos duros SSD y HDD, más cerca de la paridad
Esto hace que los tiempos de espera (latencia) de los SSD se reduzcan a su mínima expresión.
Además de la fluidez que cualquier usuario puede notar al cambiar su disco duro por un disco SSD, si se trata de un portátil, además notarás que la batería dura más y que ya no se escucha el característico “rascado” de los discos duros.
Arquitectura de las memorias
Desde sus inicios, la tecnología que hay tras el almacenamiento SSD ha sufrido diversas evoluciones que han cambiado la organización y la estructura interna de los chips de memoria en los que se almacenan los datos.

A nivel interno, las memorias NAND Flash de los discos SSD están formadas por alineaciones de pequeñas celdas en las que se almacenan los datos. En las primeras generaciones de discos SSD se utilizaba la arquitectura SLC (Single-Layer Cell), en las cuales solo se podía almacenar 1 bit por celda. Lo cual se traducía en dos estados o llena o vacía. Esto significa que para escribir la información de un archivo de 10 Kb se necesitaban un gran número de celdas que ocupan un lugar físico, por lo que el número de celdas era limitado. Por ese motivo, los primeros discos SSD tenían tan poca capacidad.
Actualmente se utiliza otra arquitectura más evolucionada llamada MLC (Multi-Level cell).

El sistema MLC permite escribir dos bits por celda agrupándolos en dos niveles. Esto duplica la capacidad de cada celda, que ahora permite 4 estados y duplican las capacidades de almacenamiento disponible ya que en el mismo espacio cabe el doble de información.
La consecuencia directa es que resulta más barato fabricar y, por lo tanto, nos encontramos con uno de los principales responsables de que los discos SSD hayan bajado su precio en los últimos años.
No obstante, este sistema puede ser más propenso a errores ya que se aumenta la densidad de los datos por celda y hay más probabilidad de fallos que con un sistema que solo tiene dos estados.
Algunos fabricantes ya están comenzando a evolucionar esta tecnología desarrollando el sistema TLC (Triple Level Cell), que triplicaría la densidad de almacenamiento de cada celda, con lo que pueden fabricar discos con más capacidad de almacenamiento, al mismo precio que los actuales.

Una de las consecuencias directas del aumento en la densidad de la información de las celdas es que en cuanto mayor sea la densidad de datos, menor es la velocidad de lectura. De forma que los sistemas SLC son los más rápidos, pero con menos capacidad de almacenamiento, seguidos de los MLC que han perdido algo de velocidad aumentando su almacenamiento y por último los TLC que cuentan con más espacio, pero son los más lentos de los tres.
Estas diferencias solo son apreciables desde un test de pruebas, ya que en su uso normal, el usuario no notará diferencia entre una arquitectura u otra.
Conexión de los SSD
El tipo de conexión que utiliza el disco SSD es muy importante para conseguir el máximo rendimiento en la transmisión de la información, aunque en realidad, quien tiene la última palabra es la placa base de tu ordenador.
Si tu ordenador es relativamente nuevo, muy probablemente contarás con conectores SATA3 que permiten transferencias de datos de 6 Gb/s. Este tipo de conexiones ofrecen el ancho de banda necesario para aprovechar al máximo las velocidades de lectura y escritura de tu disco duro.

No obstante, si lo que quieres es actualizar el disco de tu viejo ordenador o portátil con un SSD, cosa que te recomendamos encarecidamente, muy probable contará con conectores SATA2, que podrían limitar esa velocidad de transferencia e infrautilizar tu disco SSD.
Aunque este sea tu caso, merece la pena hacer el cambio a un disco SSD ya que, aun saturando los 3 Gb/s que te ofrece la conexión SATA2, es un aumento de velocidad tan brutal con respecto a los discos duros tradicionales que te darás por satisfecho con la mejora, a pesar de que el disco todavía pueda dar más de sí.
Formato del SSD
La llegada del SSD y la eliminación de los discos giratorios, ha abierto la puerta a nuevos formatos con distintos sistemas de conexión y factores de forma para el almacenamiento.
El tipo de disco SSD más habitual es que mantiene el mismo factor de forma y tamaño que los discos de 2,5 pulgadas que acostumbraban a montarse en los ordenadores portátiles.

Este formato de disco SSD de 2,5" tiene tres variantes con distintos grosores que van desde los 5 mm, 7 mm y 9,5 mm y cobra especial relevancia cuando el disco debe ir instalado en un portátil donde cada milímetro de espacio cuenta y un error en el grosor puede suponer que el componente no encaje correctamente en su lugar.
De modo que, antes de comprar el nuevo disco SSD, asegúrate de que tiene el mismo grosor que el que retiras.
Si el disco está destinado a un ordenador de sobremesa no tendrás mayor problema ya que muchas cajas de ordenador ya cuentan con bahías y soportes adaptados para este tamaño de disco. Si la tuya no cuenta con estas bahías, puedes añadir a tu compra un adaptador para instalar el disco SSD en una bahía de 3,5”.

Además de este cambio de tamaño, también se han producido algunos cambios de forma que son especialmente convenientes para ordenadores portátiles o de tipo All-In-One. Son los denominados discos M.2 o mSATA.
Este tipo de discos son la máxima expresión de la miniaturización de los SSD.
Tienen más similitud con un módulo de memoria RAM que con el aspecto de los discos SSD que estamos acostumbrados a ver y, aunque a simple vista ambos formatos pueden parecer iguales, existen varias diferencias entre ellos.

La primera de ellas es que su conector es diferente, por lo que no podrás conectarlos en la misma ranura. En el caso de los discos SSD M.2, el formato del disco recibe el mismo nombre que la conexión, mientras que los discos mSATA en realidad se trata de una tarjeta mini PCI Express, por lo que ambos cuentan con diferentes velocidades de transferencia. Se espera que en pocos años el formato mSATA desaparezca en favor del M.2 que ofrece mayores tasas de transferencia.

Por todo lo demás, estos discos ofrecen las mismas características que sus homólogos de formato tradicional.
Otra variante, tanto en factor de forma como de conexión, son los discos SSD con conexión PCI Express. Este tipo de discos ofrece un aspecto similar al de una tarjeta gráfica ya que van conectados al mismo tipo de conectores y ofrecen unas tasas de transferencia muy superiores a las de los discos SSD habituales, aunque su precio también es significativamente mayor.

Rendimiento
Actualmente no existe demasiada diferencia de rendimiento entre los dispositivos de la misma categoría, ya que las velocidades de lectura y escritura de los discos SSD se mantienen entre los 450 MB/s y los 550 MB/s, aunque seguramente tu placa base tendrá mucho que ver con alcanzar o no esas tasas de transferencia.
En la mayoría de las especificaciones de los fabricantes te indicarán dos tipos de velocidades tanto para lectura como para escritura: la tasa secuencial y la aleatoria.
La tasa secuencial se expresa en MB/s y representa el rendimiento del disco al escribir datos de forma continuada y consecutiva. Algo similar a lo que sucedería al escribir un archivo de varios gigabytes.

La aleatoria se expresa en IOPS (del inglés Input/Output Operations Per Second) que indica el número de operaciones de entrada/salida aleatoria por segundo que el disco es capaz de realizar. Este parámetro imita el comportamiento de escribir o leer los datos de archivos minúsculos alojados en distintos puntos de la memoria SSD. Obviamente, cuanto mayor es el número de operaciones aleatorias, mejor es el rendimiento del SSD.
Lamentablemente, los fabricantes utilizan estos parámetros con fines de marketing, por lo que no puedes estar absolutamente seguro de si realmente obtendrás esas velocidades con tu hardware.

Nuestro consejo es que tengas en cuenta estos parámetros de rendimiento solo cuando tengas que decidirte entre dos discos SSD con precios similares, ya que esos valores se han obtenido en circunstancias específicas y muy probablemente nunca conseguirás alcanzar esas tasas.
Capacidad
Por suerte para los usuarios, la capacidad de los discos SSD ha aumentado, al tiempo que los costes de fabricación se han reducido, con lo que actualmente puedes encontrar discos SSD de 250 GB al mismo precio que hace un año tenían los de 120 GB.
La capacidad ideal dependerá de tu presupuesto y del tipo de configuración que elijas para tu ordenador. Si optas por instalar un sistema mixto con un SSD para el sistema y un HDD para el almacenamiento de datos, un disco de entre 120 GB y 250 GB puede ser más que suficiente.
En cambio, si solo vas a instalar un disco SSD, la mejor opción es elegir la mayor capacidad que tu presupuesto te permita.
Fiabilidad y garantías
Ninguna marca puede asegurarte una fiabilidad total en sus discos SSD, pero sí pueden realizar estimaciones basadas en pruebas de resistencia. El resultado de esas pruebas se muestra en las especificaciones técnicas bajo el parámetro MTBF (de las siglas en inglés de Mean Time Between Failure). Estas siglas hacen referencia al tiempo promedio de uso del disco SSD antes de que se produzcan fallos. Este valor acostumbra a ser de entre 1,5 y 2,5 millones de horas, por lo que necesitarías varias vidas para superar esos valores de uso.

En caso de que este falle, necesitarás hacer uso de la garantía de tu SSD y aquí es donde algunos discos SSD se diferencian ya que ofrecen 3 o 5 años de garantía. Los modelos que ofrecen acostumbran a ser los de gama alta.
Software de gestión y optimización
Otro aspecto que tal vez te interese tener en consideración es el software de apoyo que ofrece el fabricante.
En ocasiones, junto al disco SSD, el fabricante incluye algunos programas con los que te facilitará la tarea de migración de los datos de tu anterior disco al disco SSD y de ese modo simplificar la transición.

Otro de los softwares habituales en estos casos es el que se encarga de optimizar el sistema y el disco SSD, para que trabaje de la forma más eficiente posible. Además, este tipo de software se encarga de actualizar el firmware del disco SSD y corregir o prevenir fallos en el funcionamiento del disco.
Disco híbridos o SSHD
Los discos híbridos o SSHD (Solid State Hard Disk) son una mezcla del sistema de platos y cabezal magnético de los discos tradicionales al que se le ha integrado un disco SSD de pequeño tamaño.
Este disco SSD se convierte en una especie de memoria caché vitaminada, que guarda los archivos que más utilizas para acceder a ellos de forma inmediata, en lugar de usar los discos magnéticos.

La parte negativa de este sistema es que no puedes controlar qué archivos se alojan en el SSD y cuales lo hacen en la parte magnética. Esa decisión le corresponde a la controladora del disco.
Este tipo de discos se encuentran a medio camino entre ambas tecnologías de almacenamiento en todos los sentidos, tanto en rendimiento, como en precio.
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