¿Deben los hackers de videojuegos ir a la cárcel?

La cultura hacker está muy integrada en los videojuegos, desde el principio de los tiempos. Pero hoy en día los hackers hacen perder millones de dólares y años de trabajo a las desarrolladoras, hasta el punto de arruinar los juegos. En Corea del Sur, un hacker de Overwatch deberá pasar un año en la cárcel por hackear Overwatch. ¿Debe un hacker de videojuegos ir a la cárcel?

No se trata de debatir sobre leyes, sino de descubrir si estamos preparados para aceptar que hackear un videojuego puede ser un delito tan grave como robar un banco, especialmente si se obtiene algún beneficio.

Hackear videojuegos está bien visto en la cultura gamer, porque encaja con la necesidad de rebeldía de la juventud, y es una forma de romper las cada vez mayores limitaciones que las compañías de videojuegos imponen a los jugadores. Pero una cosa es hackear un videojuego para jugar con otro personaje o crear tus propios niveles, incluso para piratearlo, y otra muy distinta para hacer trampas en un juego online hasta arruinarlo por completo, haciendo perder cientos de millones a sus creadores, y años de trabajo.

Cada día se expulsan a miles de cheaters en juegos como Fortnite, PUGB, Overwatch, y otros muchos títulos online de éxito. Estos jugadores utilizan algún tipo de hackeo o amaño para obtener mejores armas, ser más rápidos, conseguir dinero infinito, etc. Parece una actividad inocente, pero algo está podrido en los videojuegos, y en la sociedad en general, si millones de jugadores hacen trampas para jugar a un videojuego, con el único objetivo de subir en el ranking más rápido, o presumir.

A la larga, si un juego online tiene miles de cheaters (como se llama a los tramposos) los jugadores legítimos terminan enfadándose y abandonan el juego. Muchos juegos online se han ido a la ruina por culpa de los cheaters, y estamos hablando de cientos de millones de dólares en pérdidas y años de trabajo, si se trata de un juego popular. Juegos para móviles como Fortnite recaudan 100 millones de dólares en tres meses.

De momento la Justicia no persigue esta forma de hackeo. Sus usuarios, que simplemente usan un hack ideado por otros, como único castigo son expulsados del juego. Pero no es muy difícil volver con otra IP y otro nombre de usuario.

A otro nivel diferente, están los hackers de videojuegos que ganan dinero con estos hackeos. En Corea del Sur, un hacker de Overwatch deberá pasar un año en la cárcel tras demostrarse que ganó 180.000 dólares vendiendo su hack del juego. Cuando hay enriquecimiento, las leyes son más duras. ¿Pero qué pasa con esas personas que pagan por un hack con el que hacer trampas en Overwatch? De momento, nada...

Nintendo también está pasando su propio calvario con los hackers. Han conseguido ejecutar juegos piratas en Nintendo Switch, e incluso introducir imágenes pornográficas en el modo online de búsqueda de globos de Super Mario Odyssey. Para una compañía familiar como Nintendo, que un niño de 8 años se encuentre con una imagen pornográfica jugando a un juego de Mario, supone un daño mucho más grave que el propio pirateo de juegos. Es un hackeo con maldad, y ganas de hacer daño.

Nintendo ha implantado fuertes medidas de rastreo de hackers y piratas en Nintendo Switch, hasta el punto de que cada juego, tanto en cartucho como en digital, tiene un código de certificación único, que permite saber si ese juego es una copia pirata, en cuyo caso expulsa la consola de su servicio online. Hoy en día todos los juegos tienen parches y actualizaciones desde el día uno, y algún modo de juego online, así que es un problema grave. Si ves una consola Switch de segunda mano muy barata, desconfía. Podría ser un consola baneada...

¿Debe un hacker de videojuegos ir a la cárcel? Eso solo lo pueden decir las leyes, pero sí depende de nosotros pensárnoslo dos veces antes de hacer trampas en un videojuego online, o introducir contenido no adecuado en juegos para todos los públicos, que juegan niños. No solo estamos haciendo daño a alguien, sino que podemos arruinar para siempre los juegos que amamos.