No está dando mucha confianza la salida a bolsa de Uber tras las continuas llamadas a la calma y la cautela. El polémico gigante que lleva tiempo en plenos enfrentamientos con algunos ayuntamientos de nuestro país sale a bolsa en Wall Street con una valoración inferior a los 100.000 millones de dólares que se comentaban en abril, finalmente se le ha dado un valor de 82.400 millones de dólares.

No está siendo una salida a bolsa fácil. En las últimas semanas muchos de sus conductores han trasladado su malestar con la compañía mediante la convocatoria de huelgas en Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Brasil, Chile y otros países. La intención es poner sobre aviso de las condiciones laborales que tienen en su búsqueda de mejoras.

El precio fijo de salida ha sido de 45 dólares por acción y se espera que se recauden 8,100 millones. A pesar de los avisos de prudencia que no dejan de sonar, la cifra de salida es muy superior a la que se manejaba el año pasado, cuando la empresa fue valorada en menos de 50.000 millones de dólares y se hablaba sobre su falta de beneficios.

Esta salida a bolsa de Uber será una de las cinco mayores en el ámbito tecnológico y el aire de incógnita es grande por los precedentes del sector, como el de la empresa de la competencia Lyft. A la cuestión de la valoración que tiene la empresa, se suma el que sus conductores han sido calificados como autónomos y no empleados. Han sido los encargados de regular las condiciones bursátiles quienes los han catalogado de ese modo, aunque este aspecto no tiene que ir en contra de su estabilidad bursátil. 

Más allá de las condiciones referentes a su salida a bolsa, en la mirada de los posibles inversores hay dos puntos clave que pueden jugar en contra de la compañía. El primero de ellos es que la compañía nunca ha obtenido beneficios. En 2018 anunció unas pérdidas que rondaban los 3.000 millones de dólares y, a pesar de la expansión continua por todo el mundo, no ha logrado mejorar en este aspecto.

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Por otro lado, se enfrenta a múltiples problemas, pero el principal puede ser la creciente competencia, a nivel local y mundial, de nuevas compañías que compiten con un modelo similar y otras que se están amoldando a los nuevos tiempos; en definitiva, a las nuevas tecnologías. Más allá de esto, hay que tener en cuenta las regularizaciones que se hacen en los distintos países y pueden afectar con dureza a sus cuentas.

Sea como sea, tras un largo proceso ya está en bolsa y ahora quedan por resolver todas las incógnitas, aunque parece que lo único que se da por seguro es que no dará fuertes beneficios a los inversores. Según los múltiples análisis realizados por grandes periódicos, más bien se espera que pase un tiempo antes de que empiece a dar cualquier beneficio. En su primer día en bolsa perdió un 9,3%.