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Me gusta, pero en realidad no me gusta

Tomas Gonzalez

¿Cuánto de verdad hay en nuestros perfiles sociales?

Me gusta, pero no. Estoy de acuerdo, pero no. Yo también pertenezco al grupo, pero ni me importa ni lo sigo. Yo digo blanco, pero es gris. Yo soy así, pero en realidad... no lo soy.

¿Cuánto de verdad hay en nuestros perfiles sociales? Por vergüenza, por comodidad, por ser el más “cool”, por una falsa concepción de la amistad o, simplemente, porque en realidad no nos parece que refleje la realidad o tenga importancia alguna.

Por eso, le damos al Me Gusta con facilidad, muchas veces al día. O retuiteamos. O convertimos en favorita una ocurrencia sin leerla dos veces. Clic. Clic. Clic. Todo fluye en la red, constantemente, de un lado a otro. Nuestras opiniones también, y muy rápido. ¿De verdad que te gusta?

Hay, como en tantas otras cosas, una suerte de corrección en las redes sociales. Por eso, es de bien nacidos accionar el Me Gusta en cuanto vemos una reivindicación que lo merezca. Maltrato animal. Libertad de expresión. Violencia machista. Clic. Clic. Clic.

No hay duda en que nuestro pulgar debe estar allí donde se combatan esas lacras. Pero quizás al hacerlo una y otra vez, sin reflexión ni calentamiento previo, el botón del ratón permanece tan endiabladamente engrasado y en forma que es inevitable cliquear unas cuantas veces de más.

A mi amigo Bernardo le chifla el folclore lombardo. Clic. Mi prima Laura me invita a decir que me gusta su grupo “Orgullo de menopausia”. Clic. Mi vecino es fan de Conservas Metiche. Pues clic, hombre, faltaría más. Si a mi vecino le gusta, a mi también. A ver si caen un par de latas gratis...

Y, después de todo, la primera reflexión rápida que nos viene a la cabeza es, ¿qué daño hago yo con mis clics? Daño, daño, ninguno. Pero el interés de un perfil personal es precisamente esto último, que sea personal. Que refleje gustos, opiniones, actitudes... y no promociones publicitarias, empresas de los amigos de nuestros amigos o asistencias a eventos a los que jamás hemos acudido.

Piénsatelo mejor la próxima vez. ¿De verdad que te gusta?

Echa un vistazo a tu perfil. ¿Son todos los grupos que están? ¿Verdaderamente son esos tus intereses? ¿Realmente eres tú? La exactitud y veracidad de nuestros perfiles debería ser algo importante, especialmente en ámbitos que traspasan lo meramente social.

Un ejemplo cercano, LinkedIn. ¿Queda alguien a estas alturas que no tenga ya validada la aptitud de Redes Sociales? Quieras o no quieras, algún amigo te la ha validado, pensando “Caray, si se ha creado una cuenta en Twitter es que sabe cómo va esto”.

Por eso en mi casa, la abuela es la que tiene el perfil más atractivo en LinkedIn. Sus colegas del Centro de Día se pasan todo el ídem validándose aptitudes entre ellos, de forma que ella luce en su currículum Cirugía Bariátrica, Afinación de clavicémbalos y Labores Punto de Cruz Nivel Nativo.

Pero es un signo de los tiempos. No somos como nos mostramos, o viceversa. Las redes sociales son demasiado públicas y nuestros perfiles tienen más conocidos que amigos. Más compromisos y favores que sentimientos, afinidades y opiniones.

Piénsatelo mejor la próxima vez ¿De verdad que Te Gusta?

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