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¿Ya están sincronizados tus wearables con todo tu cuerpo?

Tomas Gonzalez

¿Ya está tu vida debidamente sincronizada?
Ya no basta con que reciba información de manera incesante. Al parecer, ahora necesito de forma urgente mantenerla sincronizada al segundo y en todas partes. Y justo para eso me han inventado los “wearables”. Por fin mi mano izquierda sabrá lo que hace la derecha. Aunque no le interese.

Vaya por delante que no tengo nada contra los “wearables”. Me parece fantástico que los parroquianos con un mayor espíritu “early adopter” llenen su cuerpo de dispositivos atrevidos como si fueran adolescentes en plena fase tatuajera.

Está bien que luzcan relojes, brazaletes, muñequeras, hombreras, tobilleras, orejeras... en realidad, cualquier pedazo de cuerpo es susceptible de alojar un dispositivo de diseño espectacular y características avanzadas. Pero la utilidad, ay, eso no lo veo tan claro. Aún.

Sé muy bien que estos dispositivos nos facilitan información. Mucha. Hora, minutos y segundos. Tiempo en Cádiz y en Massachusetts. Cotización de Cementos Vicálvaro en Bolsa. Pulsaciones por minuto. Niveles de oxígeno en sangre, odio en vesícula biliar, cerumen en los oídos... y actividad física, claro.

Cualquier pedazo de tu cuerpo es susceptible de alojar un dispositivo

Los pasos que has dado, los que te hubiera gustado dar si la flojera no te hubiera invadido y los que sí han dado tus amigos y que te restriegan por la pantalla. Las calorías quemadas, calorías ingeridas, relación entre las mismas (si la hubiere)... o sea, todo tu deporteo cotidiano, al detalle y al minuto.

Así que utilidad, sobre el papel, no le falta. Pero... ¿para todos? Para mi no. Mi universo deportivo no va más allá de alguna esporádica carrera hacia el frigorífico para arrebatar a mis hijos las últimas natillas: no necesito un dispositivo que me diga el ejercicio que no hago.

Y si yo fuera alguien importante, recibiría con los brazos abiertos el chorro incesante de información de un smartwatch, una smartband o un smarthat, lo que fuere. Viviría intensos y continuos momentos OLED que dejarían clara mi necesidad de recibir notificaciones al minuto: “Tienes una llamada perdida”. “Tienes un mensaje nuevo”. “Aún no has escuchado tu buzón de voz, merluzo”. Pero no es el caso.

Todo está previsto para que nos vistamos con atractivos cachivaches que recojan, sincronicen y compartan información

Aún así, los avances siguen, aunque yo no los haya pedido. Ahora basta con tenerlo todo en un dispositivo, pero en el futuro próximo tus movimientos, los de tus contactos... serán notificados en tiempo real y se sincronizarán con tus wearables.

La llamada que hagas se registrará en tu anillo, que enviará la información a la pulsera, que subirá el dato a un espacio virtual y a tres redes sociales de moda, las cuales la compartirán con los demás: “Raquel_ Jerez acaba de cortar con su novio. Raquel_Jerez actualiza su estado. Raquel_Jerez tiene 19 llamadas perdidas de sus contactos más avispados.”

Todo está previsto para que nos vistamos con atractivos cachivaches que recojan, sincronicen y compartan información. Si no lo necesitas ahora, no importa. Primero es el deseo, luego vendrá la necesidad. Yo ya lo deseo... y casi, casi, lo necesito. Dadme seis meses.

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