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1.000 millones de árboles: así es el plan de Australia contra el cambio climático

Andrea Núñez-Torrón Stock

Árboles bosque

Los árboles son esenciales para la supervivencia del planeta, la protección de la biodiversidad o el hábitat de millones de especies -ya que la masa forestal constituye el hogar del 70% de los animales y plantas del planeta-. Pese a ello, cada año talamos 190 veces Nueva York en superficie de bosque: 150.000 kilómetros cuadrados, un ritmo brutal y cruel generado por un sistema económico insostenible que de seguir así, propiciaría que en 300 años no exista un solo árbol sobre la faz de la tierra. 

Además de desempeñar un papel esencial en la supervivencia de todos los ecosistemas, los árboles son elementos clave en la lucha contra la contaminación y el cambio climático: evitan la erosión, protegen los incendios y absorben CO2, purificando el aire. Por supuesto, plantarlos se trata de una medida complementaria: las plantaciones de biomasa deberían ser el apoyo a medidas urgentes y ambiciosas que reduzcan y capturan emisiones de gases con efecto invernadero.

Ahora, el gobierno australiano se está preparando para plantar mil millones de árboles nuevos, como parte de una vasta campaña destinada a cumplir los objetivos climáticos establecidos por el Acuerdo de París, que pretende reducir para 2030 las emisiones en un 40% con respecto a 1990 con el propósito de no superar mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C.

Los dirigentes estiman que el proyecto, que se extenderá hasta 2050, eliminará 18 millones de toneladas de gases de efecto invernadero por año, un ejemplo interesante de una respuesta menos técnica al cambio climático.

La iniciativa coincide con la publicación de una nueva investigación, realizada por investigadores de ETH Zurich, que descubrió que una campaña generalizada de plantación de árboles en todo el mundo podría hacer una mella sustancial en las emisiones netas de gases de efecto invernadero del mundo. Su investigador Thomas Crowther, dijo a The Independent que los árboles son “nuestra arma más poderosa en la lucha contra el cambio climático”.

“Es algo hermoso porque todos pueden participar”, afirmó el autor a The Independent. “Los árboles literalmente hacen que las personas sean más felices en los entornos urbanos, mejoran la calidad del aire, la calidad del agua, la calidad de los alimentos, el servicio al ecosistema, es algo tan fácil y tangible”.

Es fundamental que Australia se replantee nuevas medidas como esta, ya que al año produce más de 500 millones de toneladas de dióxido de carbono. Su plan de los Centros Forestales Regionales generaría empleos en el sector de la silvicultura que aporta más de 23.000 millones de dólares canadienses (16,4 mil millones de dólares) a la economía nacional, tal y como reveló el primer ministro Scott Morrison en un comunicado de prensa. Australia tiene la séptima área forestal más grande del mundo, que cubre el 17% de su superficie terrestre, según el informe del gobierno del Estado de los Bosques 2018.

Seis evidencias que prueban que el cambio climático es real y ya está aquí

Para cumplir con las exigencias de París Australia debe reducir las emisiones de carbono en un 26 a 28% con respecto a los niveles de 2005 para el 2030, pero no tiene políticas específicas para lograrlo. Un informe de la OCDE el mes pasado dijo que el país no alcanzará la meta a menos que intensifique sus esfuerzos para combatir el cambio climático. La importancia del carbón para la economía australiana es un obstáculo para los esfuerzos serios para reducir las emisiones de carbono, según los ambientalistas. El país aún obtiene alrededor de dos tercios de su energía del combustible fósil, que es también su mayor fuente de ingresos de exportación.

A nivel internacional nos topamos con interesantes proyectos como el de Hamburgo, una ciudad verde con 4.700 hectáreas de bosque más que hace un siglo -en torno a una quinta parte de su espacio urbano está compuesto por bosques y zonas verdes-, la primera ciudad bosque del mundo que China ya está construyendo o CityTree, el árbol de musgo que persigue acabar con la contaminación en las grandes ciudades. Dado que cada minuto se tala o calcina una superficie de bosque tropical equivalente a cinco campos de fútbol, queda mucho por hacer.

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