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El asombroso mundo que encontró Otis tras 44 años en prisión

Victor Perez Rodriguez

El asombroso mundo que encontró Otis tras 44 años en prisión

La tecnología ha cambiado el mundo a lo largo de los últimos cuarenta años, al menos para todos aquello que viven en libertad. La realidad es muy diferente entre rejas como demuestra el caso de Otis Johnson, que se enfrenta a un mundo radicalmente distinto al que conocía después de 44 años en la cárcel.

Otis ingresó a los 25 años en prisión por intento de homocidio a un policía. Aquello sucedió a finales de los años sesenta, cuando Internet era poco más que un proyecto de la actual DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa) y nadie imaginaba que cualquier mortal tendría en unas décadas un ordenador en sus manos en todo momento.

"Creo que le llaman iPhone", resume Otis. La depedencia del teléfono móvil es una de las cosas que más ha sorprendido a este ex presidiario, que pasea por Times Square para intentar adaptarse a los nuevos tiempos. Aunque él todavía no entiende como la gente puede andar por la calle sin mirar al frente, enganchada a la pantalla de su teléfono móvil.

Un equipo de televisión de Al Jazeera ha acompañdo a Otis Johnson en una de sus pequeñas excursiones a este nuevo mundo, desconocido para él después de 44 años en prisión. "¡Hay vídeos en las ventanas, los escaparates son vídeos!", explica Otis.

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La tecnología lo ha cambiado todo en nuestro día a día. A Otis tampoco le deja de sorprender la cantidad de personas que llevan cascos o auriculares por la calle "como si fuesen agentes de la CIA", un invento que hoy vemos de lo más natural pero que se popularizó de la mano de los walkman años después de que entrara en prisión.

Lo que sí reconoce Otis es uno de esos teléfonos grandes de pared similar a los que se pueden ver en prisión y que, sin embargo, ya nadie utiliza. Él mismo se llevó una sorpresa, inflación mediante, del precio que hoy cuesta realizar una llamada con esos teléfonos.

Aunque ha probado a viajar en metro la experiencia no le termina de convencer. "La gente va muy pegada, yo prefiero ir en autobús", explica Otis, entre otras cosas porque encuentra más sencillo iniciar conversaciones con extraños.

Otro de los puntos que más le ha sacudido a Otis es el supermercado, con una gama de productos bien diferente a la que podía encontrarse a finales de los años sesenta. "Hay tantas cosas que puedes comer que elegir la comida que realmente quieres es difícil", reflexiona.

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A su salida de prisión, Otis recibió su identificación personal, algunos documentos sobre su historial criminal, 40 dólares y dos billetes de autobús. Al haber perdido todas las conexiones con su familia durante su estancia en prisión, Otis depende de la Fortune Society, una ONG que facilita vivienda y diferentes servicios a expresidiarios en Harlem.

Después de pasar 44 años en prisión Otis vive ahora el día a día con el objetivo de aprender de este nuevo mundo dominado por la tecnología. Practica tai chi, medita habitualmente y le encanta tomar el sol. "Está bien esto de ser libre", sentencia.

[Fuente: Al Jazeera]

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