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Una bacteria convierte energía solar en productos químicos

Bacteria que hace la fotosintesis artificial
Investigadores del Berkeley Lab han enseñado a una bacteria a realizar la fotosíntesis artificial para que convierta la luz solar en productos químicos valiosos.

Un equipo de investigadores del Berkeley Lab de la Universidad de California en Estados Unidos han enseñado a una bacteria no fotosintética a que lleve a cabo la fotosíntesis de manera artificial con el objetivo de que convierta la energía solar en productos químicos valiosos. 

La bacteria en cuestión se llama Moorella Thermoacetica y también tiene la capacidad de sintetizar nanopartículas semiconductoras, formando parte de un sistema de fotosíntesis artificial híbrido.

La fotosíntesis es el proceso natural mediante el que se utiliza la energía solar para sintetizar carbohidratos a partir de dióxido de carbono y agua.

Siguiendo este modelo, en la actualidad se estudian versiones artificiales de este procedimiento con la finalidad de obtener productos químicos derivados del petróleo, como combustibles y plásticos, de una manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente

Hay otros sistemas que hacen la fotosíntesis artificial, como esta hoja que hace combustible con energía solar

Para enseñar a la bacteria a practicar este truco, los investigadores han utilizado nanopartículas con sulfuro de cadmio que son las encargadas de captar la luz solar. Después, la bacteria utiliza esta energía para producir ácido acético a partir de dióxido de carbono, con una eficiencia y rendimiento comparables a los de la fotosíntesis natural. 

"El sistema híbrido de fotosíntesis artificial de bacterias y semiconductores inorgánicos que hemos creado se puede replicar fácilmente a través de la bioprecipitación de nanopartículas de sulfuro de cadmio, que funcionan como una cosechadora de luz para sustentar el metabolismo celular", explica Peidong Yang, el químico que ha dirigido la investigación. 

Además, este sistema híbrido pone de manifiesto las posibilidades que ofrece la aplicación de la química inorgánica a los sistemas biológicos. Así, se abre el camino a la integración de componentes bióticos y abióticos para la próxima generación de tecnologías de conversión de energía solar en química. 

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