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En caso de guerra nuclear, la cerveza seguiría siendo bebestible

Jakub Motyka

La resistencia de la cerveza frente a una bomba atómica

La bomba nuclear vuelve a estar en boca de todo el mundo, tal y como si hubiéramos viajado de vuelta en el tiempo a los oscuros años de la Guerra Fría. El dictador de Corea del Norte está despertando cada vez más recelos entre la comunidad internacional, y no son precisamente pocos los que ya señalan que estamos a las puertas de un nuevo desastre nuclear. Pero incluso en el peor de los escenarios, hay algo que no se vería afectado ni siquiera por una explosión de una bomba atómica: la cerveza.

Dicen los expertos que, en caso de guerra nuclear, alimentos tales como la comida enlatada, los cereales o las barritas energéticas resultan imprescindibles para sobrevivir a los primeros días después de la catástrofe. Pero más allá de la dieta básica para poder salir adelante hasta que lleguen los servicios de emergencias, hay otro producto en tu nevera que te podría ayudar a llevar mucho mejor una hipotética catástrofe de este calibre: la cerveza. Y no solamente por sus efectos positivos en tu ánimo, sino también por su robusta resistencia a las explosiones nucleares.

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Corría el año 1957, y aunque medio mundo todavía no era consciente de lo que le tocaría vivir años después con la Crisis de los misiles de Cuba, los Estados Unidos ya se estaban preparando para saber cómo reaccionar en caso de un ataque nuclear.

En esa época se hicieron muchas pruebas con las bombas atómicas, y buena parte de ellas consistían en descubrir qué efectos tenía sobre las personas y los alimentos la radiación que generaba una de estas bombas. La sorpresa llegó en el momento en que los americanos decidieron probar la resistencia de la cerveza.

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Bajo un estudio denominado como "Los efectos de las explosiones nucleares en bebidas envasadas", el Gobierno de Estados Unidos llevó a cabo diferentes pruebas en las que sometió a las bebidas más populares del mercado a una explosión nuclear. Las bebidas fueron situadas a diferentes distancias de dos explosiones (equivales en términos de energía a 20 y 30 kilotones de TNT, respectivamente), y tras la detonación se analizó hasta qué punto sería saludable consumir esas bebidas después de que hayan sido expuestas a la radiación.

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Los envases de bebidas que sobrevivieron a la onda expansiva sí llegaron a estar expuestos a la radiación, pero no así su contenido. El líquido que contenían diferentes recipientes de bebidas como la cerveza o los refrescos no llegó a contaminarse, y los investigadores concluyeron que "[los niveles de radiación] entraban dentro de los límites para el uso de emergencia". Eso sí: es probable que el sabor de la cerveza no fuera el que te esperas.

Las bebidas que más cerca se encontraban de la explosión (menos de 400 metros) seguían manteniendo una calidad aceptable para su consumo, pero en su sabor se apreciaban ciertas diferencias respecto a los recipientes que se encontraban más lejos de la zona cero. Pero seguían siendo perfectamente consumibles, no lo olvidemos.

En resumidas cuentas, en caso de que consigas sobrevivir a una explosión nuclear no habría ningún problema a corto plazo en ir hasta la nevera y abrir una cerveza mientras piensas en el siguiente paso que darás para sobrevivir a la situación. Eso sí, cuidado con los excesos.

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[Más información: NPR.org]

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Etiquetas: Corea del Norte