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Cómo era la música hace 30 años y cómo ha cambiado

Jesús Pacheco

Nostalgia: cómo era la música antes

¿Os acordáis de aquella bonita época en la que se iba a todas partes con el Walkman (o Discman si os pilla un poco más jóvenes)?

Cómo han cambiado las cosas. Ahora con el móvil lo llevamos todo: es nuestro guía, nos ayuda a mantenernos comunicados y nos sirve para entretenernos.

Tenemos toda la música que escuchamos en Spotify, Apple Music, Rdio, Groveshark o cualquiera de los otros muchos servicios de música en streaming que podemos encontrar actualmente.

Como mucho, si somos reticentes a esta clase de servicios en Internet, contamos con toda nuestra música en la memoria del móvil o un iPod y una cuenta en iTunes en la que tenemos una gran cantidad de discos (esperamos que todos legales) que probablemente ni nos dé tiempo a disfrutar en condiciones.

Todavía hay gente que va a la tienda de turno o a los grandes almacenes y compra sus discos en formato físico, no le quitamos valor (de hecho a nosotros nos gusta más), pero siendo realistas son cada vez menos dentro de una clara minoría.

No nos olvidamos tampoco de la piratería, que copa la lista de métodos de consumo de música y para la que poca solución se ha conseguido encontrar a día de hoy, aunque ese es otro tema.

Pero, ¿cómo era el mercado de la música hace 30 años?

Si miramos los porcentajes que podemos descubrir en varios medios y que han sido creados por la RIAA (Recording Industry Association of America), veremos que el reparto del sector estaba mucho más claro.

Si tomamos como referencia 1983 estamos ante dos fuente principales: el cassette con un porcentaje del 47,8% del mercado y por otro lado los LP y EP, que se mantenían con un 44,6%.

Cómo era la música hace 30 años y cómo ha cambiado

Acababa de nacer el disco, y se iniciaba una carrera por conseguir el formato más pequeño para este tipo de contenido que haría que desde entonces nada volviera a ser lo mismo. Así era la música hace 30 años:

Ya se había producido el que era el gran cambio en aquella época, podíamos escuchar música en unos cassettes que se consideraban muy pequeños. Ya no necesitábamos aquellos tocadiscos tan grandes junto a sus conocidos discos de vinilo y la música era, incluso, portátil.

Había que ir a la tienda y comprar la cinta de cassette que quisiésemos. Una vez que la tuviéramos necesitábamos aún una cosa más: el reproductor.

Esperábamos a llegar a casa, introducíamos la pequeña cinta y le dábamos al play, no tenía mucho más tampoco. Eso sí, si queríamos rebobinar y se liaba la cinta lo solucionábamos con un lápiz, nada de botones: se introducía por uno de los dos agujeros de la cinta y se le daba vueltas.

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Además, un dato destacable eran sus dos caras, si queríamos escuchar la mitad de las canciones teníamos que acercarnos al reproductor, sacar la cinta y darle la vuelta para escuchar la otra cara.

Algunos coches disponían de reproductor de cassettes, aunque por aquel entonces no eran muchos. Lo que sí que tenían todos era radio, una de las pocas opciones (por no decir la única) que teníamos de entretenimiento musical en el coche.

Aparecían también los reproductores de cassette portátil, una revolución con nombre propio: el Walkman de Sony. Por aquella época la gente estaba maravillada al poder salir a la calle con aquellos reproductores que no cabían en ninguno de los bolsillos que llevamos hoy en día y que paraban la reproducción con el mínimo salto. Pero claro, así es como era la música antes, y ya era todo un invento.

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Según iban pasando los años, el mítico CD comenzaba a aparecer con mayor fuerza en la vida de la gente. Estamos hablando de finales de los 80 principios de los 90. Un grosor mucho menor, más almacenamiento, mejor calidad y mucho más manejable. El cassette y el Walkman de Sony tenían los días contados.

Admitámoslo, pocos inventos se nos pueden ocurrir tan revolucionarios en la música como el CD. Todos lo hemos utilizado en más de una ocasión (y en más de 300) y, de hecho, con él comenzó la era digital, las copias y todos los problemas que conocemos y que han hecho que la industria de la música esté abandonando el formato físico cada vez más.

Comprábamos un CD y lo utilizabamos en el coche, en la calle con el Discman (el reproductor portátil de Sony que continuaba la línea del Walkman y que también se pausaba con cada pequeña vibración), en casa con el PC o en cualquier otro sitio que se nos ocurra, siempre y cuando tuviésemos un reproductor como una minicadena.

Qué bonito, fácil y legal. La época actual es buena también para el usuario, por supuesto, pero no tanto para las compañías. Sólo hay que mirar el siguiente gráfico de 2013 también elaborado por la RIAA para compararlo con el anterior de 1983 y ver cómo ha cambiado la música en 30 años.

Cómo era la música hace 30 años y cómo ha cambiado

En el gráfico en el que antes veíamos dos grandes modelos que copaban casi el porcentaje total del mercado, ahora vemos hasta 15 modelos diferentes, compartiendo únicamente el CD como elemento en común. Toda una reflexión del cambio que ha tomado la industria y que seguramente seguirá tomando durante los próximos años.

Desde aquí han ido pasando una selección de aparatos que han servido como evolución hasta llegar a lo que ahora conocemos. Los primeros MP3 sin ninguna clase de pantalla y que funcionaban a pilas, costando en un primer momento más de 100 euros, es uno de los muchos ejemplos.

Donde antes existían las estanterías llenas de los vinilos, cassettes y discos que nos gustaban de nuestros cantantes y grupos favoritos, ahora vemos carpetas y carpetas de discos que se amontonan en nuestros ordenadores, móviles y reproductores de música en streaming.

Personalmente, estoy suscrito desde hace años a uno de estos servicios en streaming y tiene prácticamente todo lo que le puedo pedir, pero de vez en cuando es bonito recordar cómo ha cambiado la forma en la que consumimos la música y cómo se perdieron esas estanterías llenas de nombres que siempre nos seguirán gustando tanto. Es lo que tiene la nostalgia.

¿Vosotros qué pensáis? ¿mejor ahora con las innovaciones tecnológicas o volveríais sin dudar a aquellos maravillosos años pasados?

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Etiquetas: Música, historia