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Cómo mejorar tu productividad con el método de Benjamin Franklin

El truco psicológico de Benjamin Franklin para caer bien a todo el mundo, incluso a sus enemigos

Benjamin Franklin, inventor y Padre Fundador de Estados Unidos, nos dejó un importante y extenso legado. Su forma de rendir en el trabajo es impecable, según los expertos.

Benjamin Franklin, inventor del pararrayos y las lentes bifocales, nos dejó cientos de inventos. Además era diplomático y Padre Fundador de Estados Unidos, pues redactó la Declaración de Independencia. Utilizaba un método de productividad casi perfecto, que nosotros podemos aprovechar.

Franklin fue un destacado científico e inventor. Es muy famosa su anécdota de la llave que puso en una cometa durante una tormenta para demostrar que las nubes contenían electricidad. Así inventó el pararrayos, en 1752. También las lentes bifocales, la estufa de Franklin, la paleta de natación, un motor electrostático, y muchos inventos más.

Pero además, Benjamin Franklin es uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos, que participó en la redacción de la Declaración de Independencia. Fue Presidente de Pensilvania, embajador de Estados Unidos en Suecia y Francia, y director del Servicio de Correos de Estados Unidos, entre otros muchos cargos. Además de fundar docenas de instituciones cívicas, incluyendo el colegio que dió lugar a la Universidad de Pensilvania.

Fue una de las personas más productivas de su tiempo, y su técnica para aprovechar al máximo el día es impecable, según los expertos. La dejó escrita en su autobiografía, y es sencilla de aplicar, aunque hay que tener disciplina.

El método de productividad de Benjamin Franklin

El inventor del pararrayos tenía una rutina diaria apuntada en su diario, en donde cada hora del día estaba perfectamente programada.

Es algo que hace mucha gente, pero lo interesante es cómo dividía el día Benjamin Franklin. Puedes verlo en el horario que él mismo escribió en su autobiografía:

Agenda de Benjamin Franklin

Franklin se levantaba a las 5 la mañana, y no empezaba a trabajar hasta las 8. Dedicaba las 3 primeras horas del día a lavarse y desayunar, pero también hacía una cosa muy importante. Se preguntaba: "¿Qué bien haré en este día?". Con esta pregunta se motiva para trabajar duro y prepara su mente para hacer cosas productivas, ya sea avanzar en un invento, o mantener una reunión diplomática.

Otro dato interesante es que no era un esclavo del trabajo. Trabajaba solo 8 horas al día, y no eran seguidas como hacen la mayoría de los trabajadores. Dividía el trabajo en dos tandas de 4 horas, de 8 a 12  y de 14 a 18, con 2 horas entre medias para comer, leer o revisar las cuentas.

De las 18 a las 22 horas tenía 4 horas libres para sus cosas. Desde hacer algo divertido, a escuchar música o conversar. Pero también llevaba a cabo otra tarea muy importante. Se preguntaba: ¿Qué cosas buenas he hecho en este día?

Con esta pregunta se premiaba mentalmente por todo lo bueno que ha hecho, y si algo había salido mal buscaba los fallos y reorganizaba la agenda del día siguiente para superarlos.

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A las 10 de la noche se iba a dormir, y descansaba 7 horas. Un horario absolutamente impecable, y difícil de superar, porque lo tiene todo: trabajo, descanso, diversión y relaciones sociales, desarrollo personal, y descanso de 7 horas.

El propio Franklin reconocía que su autobiografía que muchos días no podía cumplir el horario, por sus múltiples compromisos. Pero lo importante es crearte una rutina diaria que educa a tu cerebro para rendir cuando tiene que rendir, y distraerse cuando toca.

El método de productividad de Benjamin Franklin exige disciplina, pero es muy eficaz. Anímate a ponerlo en práctica, personalizando el horario según tu rutina, y seguros que puedes mejorar tu competitividad y eficiencia.

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