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El correo basura es lo mejor de la Red. ¡Quiero más spam!

Tomas Gonzalez

Adoro el correo basura, es lo más interesante de la Red

Lo repito: lo más interesante que circula por la Red, para mi, es el spam, el correo basura. Me explico. En general, el usuario medio de Internet recibe cada mañana un puñado de emails que van de lo aburrido a lo instrascendente.

Pocos son los te que cuentan algo que vaya más allá de las oportunidades comerciales, los boletines de novedades, las tendencias del día... y pocos son realmente personales, menos aún de gente que te conoce.

Así que, con ese material, no puedo hacer mucho para pasar el rato. Hace tiempo que habría perdido el placer de desayunar leyendo el correo si no fuera porque aún –y por mucho tiempo– recibo mi tonelada matutina de spam

He tenido que defenderlo a capa y espada, es verdad. Hay servicios que intentan exterminarlo por todos los medios. O confinarlo en una carpeta que podríamos llamar “Apestados”. Pero yo insisto en derivar mi spam a la carpeta Principal, desde donde lo disfruto como se merece.

¡Deja de acosar a mi correo basura, lo quiero en la bandeja de entrada!

Ya es hora de que los amantes del spam, de los hoaxes, del phishing, se organicen y reclamen el lugar que todas estas comunicaciones se merecen. El spam nos alegra la existencia, consigue que nos falte tiempo para responder mensajes de esculturales mujeres que han visto nuestra foto y nos encuentran de lo más sexy, implorándonos que les prestemos atención.

Gracias al spam, nos llueven oportunidades únicas: las viudas quieren que les ayudemos a sacar de su país auténticas fortunas en diamantes, los bancos se equivocan y nos ingresan importantes sumas de dinero por errores informáticos o ganamos cuantiosos premios de lotería para los que -¡doble golpe de fortuna!- ni siquiera hemos tenido que comprar participación alguna. ¿A que es genial?

El spam me da la vida. Tras leer mi dosis diaria, mi autoestima está por las nubes y me creo el tipo más afortunado del planeta. Me siento importante, querido... algo bueno tendré cuando hasta los millonarios nigerianos confían en mi para ayudarles a trasladar de país su patrimonio.

Sin el spam, jamás me hubiera enterado de la agresiva -y generosa- campaña de marketing mediante la que Microsoft regala tablets a cambio de reenviar el mensaje a unos cuantos amigos –yo ya estoy esperando el mío, ojalá me venga la edición especial en color rojo–.

Adoro el spam y todas sus variantes.

Me resulta variado, siempre sorprendente, con ingeniosos giros léxicos y nuevos usos del idioma que jamás hubiera pensado posibles... y es el único lugar en el que me escriben mensajes con el saludo: “Hey, sexy”.

Me fastidia que mi lector de correo electrónico lo esconda, que advierta que tras 30 días de almacenármelo lo va a borrar todo o me salude con un “enhorabuena, no tienes spam”, como si fuera algo bueno.

Y luego veo mi buzón de entrada con toda la porquería que no consideramos spam y me pregunto... ¿por qué no se dirigen a mi como “Hey, sexy”?

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