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Descubren la conexión entre sufrir estrés y tener canas

Andrea Núñez-Torrón Stock

canas
Depositphotos
En colaboración con científicos de Harvard, un grupo del Centro de Investigaciones en Enfermedades Inflamatorias de São Paulo han publicado un estudio que evidencia la fuerte conexión entre el estrés y la aparición de canas en nuestro cabello.

Las canas deben su aparición al estrés oxidativo y mientras que en la mayoría de la gente suelen aparecer las primeras rondando la treintena, en la vejez casi todas las personas las peinan. En torno a su origen, se sabe que los melanocitos, pigmentos naturales que producen la famosa melanina se dañan debido a desechos metabólicos como radicales libres y el color del cabello deja de generarse, tornándose blanco.

Ahora, una interesante investigación publicada en la revista Nature pone de manifiesto el vínculo entre la canicie o despigmentación capilar y el estrés intenso o un trauma importante, que provoca su aceleración. Algo que los historiadores cuentan que le sucedió a María Antonieta cuando en plena Revolución Francesa fue condenada a la guillotina o que resulta visible en el pelo de Michael Obama, que se tornó blanco durante sus años al frente del gobierno estadounidense.

El estudio, en manos de científicos de Harvard y  un grupo del Centro de Investigaciones en Enfermedades Inflamatorias (un CEPID de la FAPESP) ha descubierto mediante un experimento realizado en ratones cómo tiene lugar el fenómeno: el estrés provoca que se agoten las células madre que forman los pigmentos en los folículos pilosos. De ahí, nacen las canas.

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Este efecto causante de la pérdida de pigmento capilar se impusa por la activación del sistema nervioso simpático, aquel que participa en las respuestas automáticas a las alertas de peligro o estrés. “Queríamos entender cómo el estrés conduce a cambios en diversos tejidos, y la pigmentación del cabello es un sistema accesible y manejable para empezar”, apuntó Ya-Chieh Hsu, profesora de la universidad americana y una de las principales autoras del estudio.

En cuestión de días, los roedores expuestos a estrés físico o psicológico experimentaron una súbita reducción en la cantidad de células madre de los melanocitos, así como un encanecimiento del pelo más rápido. En concreto, entra en juego un neurotransmisor conocido como noradrenalina, que al liberarse activa en exceso las células madre de los melanocitos, agotando prematuramente el reservorio de pigmento. Si se bloquea la proliferación de este neurotransmisor, se evitaba la aparición de canas.

“Después de solo unos pocos días, todas las células madre encargadas de regenerar pigmentos se perdieron. Y una vez que se han perdido, ya no se puede regenerar el pigmento. El daño es permanente”, apunta la responsable, que afirmó que el daño del estrés es más elevado incluso de lo esperado. La investigación constituye un gran punto de partida para revertir el impacto del estrés en nuestros tejidos, buscando intervenciones que bloqueen sus perniciosos efectos. Por el momento no hay terapias seguras ni efectivas al respecto.

Éste artículo fue publicado en TICbeat por Andrea Núñez-Torrón Stock.

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