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Encuentran restos de radiación de Fukushima en botellas de vino en California

Vino y uvas

Cuando se produce una catástrofe, la hora se convierte en un dato crucial, y hay dos momentos que en Japón costará olvidar y que afectan no solo a dicho país y a Fukushima, ciudad donde se encontraba la central nuclear, sino también al resto del planeta.

A las 14:46 del 11 de marzo de 2011, hora local, se produjo un terremoto de magnitud 9 en laescala sismológica de magnitud de momento, la sucesora de la escala de Richter. Tres de las unidades de la central de Fukushima se detuvieron inmediatamente, la electricidad se cortó y comenzó el protocolo de emergencia para evitar un desastre nuclear como el de Chernóbil.

Sin embargo, poco después (a las 15:41) llegó un tsunami que arrasó al central y provocó que los motores de emergencia de la misma se detuvieran, provocando uno de los mayores desastres ecológicos de nuestra historia, y el mayor tras el de la citada central europea. 

Además de las consecuencias directas, miles de familias tuvieron que huir de Fukushima, dejando imágenes que parecen sacadas de una película de terror, los efectos de la radiación que escapó de Fukushima se dejaron notar por todo el globo. De hecho, el Instituto Noruego de Investigación del Aire reveló la dosis de radiación que hemos recibido por el aire estos últimos años.

Los restos de la radiación nuclear, tanto de la primera bomba utilizada en la historia, como de las pruebas, los misiles de la Guerra Fría o los desastres en centrales nucleares, han marcado el planeta para siempre, y eso ha llegado hasta el vino.

Qué pasa con el vino radioactivo

Antes de hablar sobre el vino californiano que ha sufrido la radiación de Fukushima, debemos explicar que se ha medido la radiación del vino desde hace ya unos cuantos años por un motivo muy sencillo: intentar medir la ''edad'' de la botella basándose en la radiación que el líquido presenta.

A mediados de los años ochenta se empezó a utilizar el Celsio-137, un isótopo que se produce en la fisión nuclear en armas y reactores, como método para comprobar si un vino era anterior a 1945 o no. ¿Por qué 1945? Porque esa fue la fecha en la que, en julio, concretamente, explotó la primera bomba nuclear.

Más que el vino radioactivo, debería preocuparos la leche cruda

Si contenía el Celsio-137, el vino era posterior a esa fecha; si no, era anterior y, claro, el valor aumenta. Eso sí, debéis tener en cuenta que la radiación del vino que tomamos no es, en absoluto, un peligro para nuestro organismo, ya que son trazas tan minúsculas que podrían ser comparables a otros elementos radioactivos que están presentes en alimentos como el plátano, sin ir más lejos.

¿Y por qué es ''radioactivo'' el vino californiano? Michael Pravikoff, físico experimental del Centre d'Études Nucléaires de Bordeaux-Gradignan se encontró una serie de botellas de vinos Cabernet Sauvignon cosechados entre 2009 y 2012. Decidió hacerle la prueba del Celsio-137 para medir el nivel de radiación y, tras someter a los vinos a la técnica de la espectrometría gamma, no sacó conclusiones concluyentes.

Por esto, decidió incinerar las botellas a unos 500º para medir la radiación de la ceniza. Y, efectivamente, la presencia del isótopo Celsio-137 en las botellas posteriores al desastre de Fukushima era mucho mayor que en las envasadas antes de la catástrofe.

De nuevo, los investigadores, como Pravikoff, que afirma que todo esto fue fruto de la mera curiosidad científica, afirman que no hay peligro alguno en consumir ni este vino ni otros, pero es un dato curioso sobre cómo, incluso aunque pasen años entre suceso y suceso, estamos transformando la Tierra a niveles tan profundos como la misma contaminación radioactiva.

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