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Por qué la carne servida en los aviones sabe siempre tan mal

Por qué la comida de los aviones sabe tan mal

Si has tenido la suerte (o la desgracia) de comer un menú en un avión, es bastante probable que la comida, especialmente la carne, sepa mal. Antes de echarle la culpa al cocinero o a los recortes de las aerolíneas, la ciencia nos explica por qué la comida de avión sabe mal. El problema no es la calidad de los ingredientes o del cocinado, sino el cambio que supone para nuestro cuerpo, y para nuestro cerebro, comer a 10.000 metros de altura.

Cuando viajamos en un avión, hay varios factores que afectan al sentido del gusto.

En primer lugar, la sequedad del aire. El avión es un recinto estanco en donde se amontan personas (en las líneas low-cost, más de lo humanamente deseable), que lógicamente desprenden olores, desodorante, colonias, etc. Hay que renovar el aire, así que los operarios del avión introducen aire fresco en su interior. Pero a miles de metros de altura, ese aire está frío y muy seco. Nuestras fosas nasales se secan, produciendo un efecto similar a cuando tienes un resfriado. Esto disminuye nuestro sentido del gusto, ya que el gusto está intimamente ligado al olfato, aunque no lo parezca.

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En un avión a miles de metros de altura el aire es mucho más fino, y cuesta mucho respirar. Esto se compensa presurizando la cabina, pero aún así la presión es un poco más baja que en tierra. Las cavidades nasales notan la diferencia y se hinchan, afectando al sentido del gusto. Además esta presión dificulta cocinar alimentos frescos.

Por último, también entra en juego el ruido de los motores del avión, que suele rondar los 85 decibelios durante horas. Hay estudios que demuestran que el ruido fuerte altera nuestro cerebro a la hora de percibir el gusto.

Ya tenemos las pistas que nos explican por qué la carne servida en los aviones sabe siempre tan mal. El resultado de todas estas anomalías a las que nuestro cuerpo no está acostumbrado, es que no se perciben igual los sabores, especialmente el dulce y el salado. Las carnes y los helados o pasteles son los que más se ven afectados. Al contrario, parece que comidas como el tomate frito o el zumo de tomate, y ciertas salsas como la mostaza, se potencian durante un vuelo. Para compensar estos cambios, las comidas de avión suelen tener un extra de sal o azúcar, o están acompañadas de salsas.

Por qué la comida de los aviones sabe tan mal

¿Qué comer en el avión para disfrutar de la comida?

Teniendo en cuenta todos estos condicionantes, los expertos aconsejan no pedir comidas dulces o saladas. Nada de helados o patatas fritas. Mejor un poco de arroz con curry, o un sándwich con mostaza. De postre, tarta de limón o chocolate negro con poco azúcar. Si podemos soportarlo, también aconsejan comer con tapones o auriculares, para reducir el ruido.

La próxima vez que notes que la comida en el avión sabe mal, no le eches una mirada fulminante al asistente de vuelo. Es culpa de tu cerebro...

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