Para qué sirve el ibuprofeno

El ibuprofeno es un principio activo indicado para el dolor y la fiebre que, a diferencia del paracetamol, es también un antiinflamatorio.

Recientemente explicamos cada cuánto tiempo es recomendable su consumo y en un anterior artículo ya te aclaramos cómo funciona el paracetamol y cada cuánto deberías tomarlo. Pues bien, ahora le toca el turno a su gran enemigo, el ibuprofeno. Y es que, la elección de uno u otro depende tanto del problema de salud que se quiera tratar, como del paciente.

Como ya hemos introducido, el ibuprofeno se utiliza para aliviar el dolor de diversas afecciones, como el dolor de cabeza, el dolor dental, los dolores menstruales, los dolores musculares o la artritis, por ejemplo.

También se utiliza para reducir la fiebre y para aliviar los dolores menores debidos al resfriado común o a la gripe. 

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El ibuprofeno puede venir en diferentes formas como son: comprimidos, cápsulas, supositorios, polvos solubles o líquidos y su nombre variará dependiendo de la marca que lo venda (Espidifen, Neobrufen, Dalsy...).

Ahora bien, ¿cómo funciona exactamente una vez que entra en nuestro cuerpo? El ibuprofeno es un antiinflamatorio no esteroideo (AINE). Actúa bloqueando la producción de ciertas sustancias naturales que causan inflamación. Este efecto ayuda a disminuir la hinchazón, el dolor o la fiebre.

Esto es el uso básico que se le da a este medicamento. Sin embargo, existen algunos casos muy concretos en los que también se recomienda. 

También se utiliza a veces para tratar la espondilitis anquilosante (artritis que afecta a la columna vertebral), la artritis gotosa (dolor articular causado por la acumulación de sustancias en las articulaciones) y la artritis psoriásica (una enfermedad de la piel que provoca descamación e hinchazón). 

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Recordemos, ya para terminar, que los efectos de la toma de ibuprofeno combinado con otros fármacos, incluidos el alcohol, suelen ser imprevisibles. Este, tomado con alcohol, puede aumentar el riesgo de irritación y malestar estomacal.

Además, puede alterar los efectos de algunos medicamentos para la presión arterial y puede aumentar el riesgo de hemorragia si se toma con medicamentos como la warfarina.