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La Super Bowl del siglo XIX: ir a ver un choque de trenes

Trenes

El ser humano siempre ha sido muy original a la hora de entretenerse y divertirse. Y si ahora tenemos divertidas competiciones deportivas, antes no se andaban con bromas. Que se lo digan a los americanos de final de siglo XIX.

En los Estados Unidos de la década de 1890 parecía una idea perfectamente espléndida: una colisión de dos trenes a gran velocidad, preparada de antemano y escenificada a propósito.

Los promotores del evento decían que el choque de trenes satisfaría la curiosidad de las personas que leen sobre choques de trenes y, sin embargo, nunca han visto uno. Algo muy típico de la época.

Comenzó a principios de 1896 como un evento que sería recordado durante años, transmitido a través de cada generación sucesiva por aquellos que lo vieron pasar.

Los únicos recuerdos que quedan ahora están encerrados en recortes mohosos en los archivos de la Sociedad Histórica de Ohio. Y el motivo es que los funcionarios del Parque Buckeye trataron de pensar en una inauguración novedosa para el complejo en el Día de los Caídos de 1896.

El parque estaba situado a 35 km al sur de Columbus, en el centro de Ohio, a 10 km de Lancaster, y los funcionarios del parque querían un evento único para la inauguración que atrajera a gente de todas las partes del estado.

Los dos competidores sacrificados, locomotoras de carga de 45 toneladas que eran gigantes en su época, fueron enviados durante semanas antes del gran día a recorrer el ferrocarril de Columbus, Hocking Valley y Toledo anunciando el evento que llevaría a su destrucción.

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El plan era sencillo. Poner las dos locomotoras (no tan rápidas como este), cada una de ellas remolcando tres vagones de carbón vacíos y un furgón de cola, a 2 km de distancia y embestirlas juntas a una velocidad combinada de 140 km por hora.

El día del gran accidente ferroviario llovió, pero los chubascos no sirvieron para contener a la multitud, que rápidamente llegó a ser de 20.000 personas.

Esta historia nos demuestra que el ingenio humano por divertirse no tiene límites, aunque sea cogiendo dos trenes y reventándolos contra sí mismos en un choque digno de ser televisado. Quien sabe, lo mismo este espectáculo reuniría hoy día a la misma gente que una Super Bowl.

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