Esta Semana Santa nos toca quedarnos en casa, no podremos celebrar estas fiestas tal y como acostumbrábamos, pero podemos optar por otros planes, como por ejemplo contemplar la superluna de abril. Una superluna que además va a ser muy especial por otro motivo.

Todos aquellos que tengan terraza, azoteas o ventanas algo altas desde la que asomarse un rato y contemplar la Luna, podrán aprovechar el espectáculo nocturno de estas próximas noches. La Luna se acercará a nosotros un mes más para saludarnos y acompañarnos durante 24 horas. 

La Luna llena brillará en su máximo esplendor a las 4:35 de la madrugada del miércoles. Se podrá empezar a contemplar sobre las 20:00 (hora peninsular) de esta noche y la de mañana sobre las 21:30, que es la hora a la que se empezará a asomar a nuestras ventanas. Pero... ¿por qué la llamamos Superluna rosa?

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Para empezar, el término 'superluna' se acuñó en 1979 por el astrólogo Richard Nolle. Se produce cuando el satélite está en fase de Luna llena y, a su vez, tiene lugar su perigeo, es decir, que se encuentra en el punto de su órbita más cercano a la Tierra, por debajo de los 358,000 kilómetros de distancia. La Luna de esta noche será la más cercana de todo el año, situándose a 357.035 kilómetros del planeta Tierra, como indican en la web del Instituto de Astrofísica de Canarias.

La Luna realiza un movimiento alrededor de la Tierra con forma elíptica y su punto más cercano se llama perigeo, mientras que el más lejano se llama apogeo. Sin embargo, la luna que veremos esta noche, nada tendrá que ver con el color rosa, más bien será algo anaranjada. 

Se le da el apodo rosa en el mes de abril, no por su color sino por culpa de los nativos americanos. Esta cultura apodaba cada mes a la Luna con un nombre diferente en relación a las estaciones y cambios de la naturaleza a lo largo del año. La Luna de abril se bautizó como Luna rosa en honor a la flor de primavera de 'rosa musgo' o flores de phlox, una de las primeras floraciones que coinciden con la súperluna de abril en los EE. UU. 

No será rosa, pero sí naranja y ese color inicial que tendrá cuando esté más cerca del horizonte se debe a que la veremos a través de la capa más espesa de la atmósfera de la Tierra. La mezcla rica en oxígeno y nitrógeno filtra las longitudes de onda más azules de la luz blanca de la Luna, que es solo la luz reflejada por el sol, dejando que el componente rojo de la luz de la Luna quede a la vista.