Nadie lo duda a estas alturas: el nombramiento de Satya Nadella como CEO de Microsoft ha supuesto un soplo de aire fresco para una compañía que muchos daban por muerta antes de la salida, casi por la puerta de atrás, de Steve Ballmer, el 4 de febrero de 2014. Este hecho, llevado a la cotización de la compañía de Redmond en el índice bursátil Nasdaq de la Bolsa de Nueva York, se ha traducido en una subida cercana al 50% del valor de sus acciones. La facturación ha pasado de 77.849 millones de dólares en el año fiscal de 2013 a 93.580 MM US$ en 2015. Mientras, los beneficios netos se han reducido de 21.863 MM US$ a 12.193 MM US$, en parte lastrados este último periodo por el deterioro de los activos de Nokia y las cargas derivadas de la reestructuración de la compañía.

Pese a todo, en Microsoft van viento en popa a toda vela y desde la presentación de su nuevo buque insignia Windows 10 en enero, parece que la compañía está recuperando su antiguo esplendor. Según palabras del propio Nadella, "Queremos que la gente pase de necesitar Windows, a escoger Windows, a amar Windows".

Ahora, los tablets y los móviles se convierten en PC, los portátiles en tablets y, de pronto, el ecosistema empieza a tomar forma. Se trata de "Un nuevo capítulo, una nueva era; ningún dispositivo volverá a ser el centro de la vida digital y, en su lugar, todo girará alrededor del usuario". Con Threshold 2, la actualización de noviembre de Windows 10, están más cerca de conseguirlo. La experiencia está servida.