Según el último Informe Anual de 2016 de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, durante 2015 el índice de penetración de la telefonía móvil en nuestro país aumentó hasta las 109,9 líneas por cada 100 habitantes, marcando un total de 51,1 millones de líneas. Del mismo modo, solo las líneas de banda ancha móvil sumaron 2,3 millones a las del año anterior hasta registrar los 39 millones, 37,4 millones conectadas por medio de un teléfono móvil. Si analizamos los datos acumulados a octubre de 2016, el parque de banda ancha móvil ascendía a 39,3 millones de líneas –con una variación interanual (OCT'15-OCT'16) del 7,5%–, un 77% del total de los 51,3 millones de líneas.

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En contraste, según datos de IDC, el crecimiento anual en 2016 de las ventas globales de smartphones no ha superado el 0,6% y, con poco más de 1.445 millones de unidades despachadas, el mercado parece haberse estancado. Varios años de descensos desde 2010, periodo en el que las ventas aumentaron más de un 70%. Y es que, al igual que ha ocurrido con los ordenadores o los SmartTV, los hábitos de los usuarios han cambiado y los ciclos de vida de los dispositivos aumentado, con lo que cada vez tardamos más en cambiar nuestros equipos.

¿Y qué pasa con las apps? Aunque numerosos estudios apuntan a que menos del 0,1% de las aplicaciones para móvil son rentables para sus desarrolladores, lo cierto es que el número de estas disponibles en los stores crece a un ritmo anual de cerca del 40%: estamos enganchados. Pasamos más de hora y media al día haciendo uso de ellas y somos incapaces de acostarnos sin echar un último vistazo a WhatsApp o salir de casa sin revisar el tiempo y/o el correo. Ahora, hazte una pregunta, ¿cuántos días serías capaz de vivir sin apps, smarphone ni banda ancha?