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La pregunta incomprensible: ¿permite que una persona escuche sus conversaciones privadas a cambio de nada?

Amazon Echo

Los límites de la privacidad en Internet están llegando a unos extremos en los que plantearnos una pregunta sobre si queremos o no que nos escuche un desconocido mientras estamos en casa haciendo nuestras cosas, parece algo de lo más normal. Pero no lo es. O al menos, no deberíamos aceptar que se normalice. Pero esa es la pregunta que nos hace ahora Amazon: ¿permite que una persona escuche una breve fracción de sus conversaciones privadas a través de Alexa?

¿Y a cambio de qué aceptamos este invasión en nuestra privacidad? Pues... a cambio de nada. No obtienes ninguna compensación. ¿Y si no lo aceptamos, Alexa deja de funcionar? No, sigue funcionando perfectamente. ¿Entonces?

Si la pregunta te parece peculiar, es bastante probable que Apple y Google te la planteen dentro de poco. Vivimos tiempos extraños en donde tenemos que responder a preguntas extrañas...

Todo empezó hace unas semanas, cuando se descubrió que Amazon, Apple y Google graban una pequeña parte de las conversaciones que escuchan sus altavoces inteligentes y los empleados las escuchan para ver si la inteligencia artificial las está procesando bien. Hace unos días un trabajador que había sido contratado por Apple para esta tarea (porque Apple usaba personas externas, en vez de sus propios empleados), confesó que había escuchado conversaciones sexuales, citas médicas, e incluso tráfico de drogas y otros delitos.

Tras el escándalo, todas estas compañías han decidido paralizar estas escuchas humanas. Amazon ha sido la primera que ha actualizado su política de privacidad este fin de semana. Si descargas la nueva versión de la app de Alexa, ahora permite activar o desactivar las escuchas humanas: "Si lo activa, sus grabaciones de voz podrían ser usadas para desarrollar nuevas características y revisadas manualmente (traducción: las escucha una persona) para mejorar nuestros servicios. Solo una pequeña fracción de estas grabaciones son revisadas manualmente. Si no lo activa, puede seguir usando Alexa, pero nadie escuchará sus grabaciones de voz con Alexa".

Es fácil intuir los numerosos problemas que plantea esta decisión. Nos pregunta si una persona puede escuchar las conversaciones, pero nosotros no ganamos nada si aceptamos, salvo la intromisión en nuestra privacidad. Y si no lo aceptamos, no somos penalizados. ¿Por qué deberíamos aceptar, y regalar nuestra privacidad por las buenas?

Amazon Echo

Amazon Echo

Amazon Echo es el altavoz inteligente que integra el asistente virtual por voz Alexa. Tiene unas dimensiones de 148 x 88 x 88 mm y permite controlar otros dispositivos inteligentes del hogar como luces, electrodomésticos, etc.

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Puesto que Amazon (y Google, y Apple) obtiene un beneficio a cambio de escuchar estas grabaciones, al mejorar su asistente virtual que le está reportando millones de dólares en ingresos, lo lógico es que ofrecieran alguna compensación por aprovechar nuestras conversaciones privadas. Pero quieren que lo hagamos sin recibir nada a cambio, y además con grabaciones aleatorias que luego revelan datos íntimos sexuales, médicos, e incluso delitos, como hemos visto.

La razón de que usen a personas, y no un ordenador, es que es un humano el que tiene que descubrir por qué el asistente virtual ha fallado. Así que las grabaciones suelen ser momentos en los que Alexa o Siri no han sido llamados, pero creen que sí, y graban conversaciones que los usuarios no esperan.

Podemos entender la razón que esgrimen estas compañías para usar escuchas humanas, desde el punto de vista técnico. Pero no parece que la mejor forma de hacerlo sea usando grabaciones aleatorias de los clientes sin informar de ello, como hasta ahora, o sin ofrecer algún tipo de compensación a las personas que aceptan que un desconocido escuche sus conversaciones privadas al azar.

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