En Australia, la empresa ResApp afirma haber entrenado y probado su sistema de aprendizaje automático en un conjunto de datos llamado Breathe Easy. Para demostrar que su sistema es fiable, lo ha probado con 741 pacientes de Estados Unidos e India.

Recordemos que un equipo del MIT ya afirmó ser capaz de desarrollar esta tecnología en 2020, cuando mostraron que su modelo de IA tenía una precisión del 98,5% cuando analizaba las toses de las personas por teléfono en busca de coronavirus. También tenemos el test de saliva que salió en enero.

Si avanzamos hasta este 2002, ResApp asegura que sus resultados del ensayo revelaron que la aplicación alcanzó un 92% de sensibilidad, la capacidad de detectar a un paciente con una enfermedad; y un 80% de especificidad, la capacidad de identificar a pacientes que no tienen una enfermedad.

ResApp Health afirma que ese resultado es mejor que los producidos por las pruebas rápidas de antígenos. De ser cierto, eso significa que toser a un smartphone podría sustituir a esas herramientas.

ResApp Health planea sugerir la aplicación para su uso "en entornos en los que se requieran pruebas frecuentes de COVID-19, como la detección de empleados, trabajadores sanitarios y estudiantes, viajes, deportes, entretenimiento y atención a la tercera edad".

Si la aplicación es aceptada, la empresa cree que también es una oportunidad para utilizar las capacidades biométricas de los teléfonos inteligentes para vincular los resultados a las personas, y así mejorar la seguridad.

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Aunque las autoridades médicas de todo el mundo tienen que dar su visto bueno a la aplicación antes de que pueda utilizarse de forma generalizada, ResApp Health ya ha obtenido la aprobación en Europa y Australia de una aplicación llamada "ResAppDx" que se utiliza para diagnosticar enfermedades de las vías respiratorias.

La aplicación está disponible para iOS y Android. Es gratuita en ambas plataformas: es decir, no tendrás que soltar ni un céntimo para saber si tienes o no COVID, algo que ahora cuesta dinero.