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Así engañó Steve Jobs al mundo con la táctica del falso iPhone

Steve Jobs primer iPhone

Creative Commons

Hace 15 años Steve Jobs se la jugó ante un teatro hasta arriba de gente que venía a presenciar el nuevo milagro de Apple. El cofundador de la compañía hizo malabares para engañar a millones de personas. La jugada no pudo salir mejor.

La historia se remonta a 2007, cuando Apple presentó por primera vez el iPhone. Steve Jobs sabía que tenía un producto que tendría un enorme impacto en la forma en que los seres humanos utilizan la tecnología y que también tendría un enorme impacto en los futuros beneficios de su empresa.

Para empezar, Steve Jobs tenía un gran problema: el iPhone no existía realmente. Sin embargo, en enero de ese año, planeó hacer una demostración del iPhone ante una audiencia en la conferencia Macworld de la compañía que incluía clientes, socios y medios de comunicación tecnológicos.

Todo lo que tenía para mostrarles era un modelo defectuoso e inacabado y algunas grandes ideas. ¿Y qué hizo Steve Jobs? Decidió engañar a su público. Según Shawn Knight, que escribió sobre esta historia en Techspot unos años después de la muerte del genio, el iPhone de entonces estaba "plagado de bugs".

"Por ejemplo", escribió Knight, "el teléfono podía reproducir una sección de audio o vídeo, pero no un clip entero, sin colapsar. Si enviabas un correo electrónico y luego navegabas por la web, funcionaba. Haz ese paso a la inversa y es probable que se cuelgue".

Steve Jobs hizo de Apple la empresa más admirada

Sin inmutarse, Steve Jobs exigió una solución que engañara al público. Su equipo de desarrollo creó una "ruta dorada", que era básicamente un procedimiento paso a paso, con un guion de características que podía mostrar en un orden específico para que el teléfono no funcionara mal.

Steve Jobs dio un paso más y exigió a sus programadores que amañaran el iPhone para que mostrara siempre cinco barras de cobertura para demostrar su capacidad inalámbrica, aunque la señal real fuera poco fiable.

Pero eso no fue todo. Los desarrolladores del iPhone aún no habían solucionado problemas importantes con la gestión de la memoria del dispositivo, que a menudo provocaba un reinicio. La solución fue que Steve Jobs mantuviera varios iPhones en el escenario y cambiara de uno a otro.

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