El error que casi le cuesta el negocio a Samsung
Pese a que Samsung es un gigante de la telefonía móvil desde hace más de una década, todo esto pudo cambiar tras un grave error que le costó la reputación y la confianza de sus clientes. Así fue el momento.
Samsung es el primer fabricante de smartphones del mundo, con una cuota de mercado global del 24 % en el primer trimestre de 2022, según Canalys.
De esta forma se sitúa por delante de Apple, que ocupa el segundo lugar con una cuota de mercado del 18 %, mientras que la empresa china Xiaomi completa las tres primeras posiciones con una cuota del 13 %.
Con este panorama tan esperanzador para Samsung, no se nos puede olvidar que la empresa estuvo a punto de irse a la quiebra por culpa de un solo modelo de smartphone: el Galaxy Note 7 de 2016. En nuestro análisis se ganó el 90 sobre 100 sin discusión.
El modelo se lanzó a bombo y platillo y nos impresionó con sus características: pantalla Super AMOLED de 5,7 pulgadas, un procesador muy potente, un diseño impresionante y el S-Pen. De hecho, el teléfono ganó muchos premios a mejor Android de 2016.
Por desgracia, poco se sabía en el momento de su lanzamiento que el Galaxy Note 7 se convertiría en uno de los lanzamientos más infames de todos los tiempos, introduciendo un fallo que cambiaría a Samsung para siempre.
Todos hemos visto los problemas que pueden surgir con las baterías de iones de litio. Sí, este tipo de batería es propensa a arder, incendiarse e incluso explotar en circunstancias concretas. Sin embargo, y afortunadamente, en la mayoría de los casos estos sucesos son escasos.
Sin embargo, ese no fue el caso del Samsung Galaxy Note 7. Cuando el teléfono salió a la venta el 19 de agosto de 2016, fue un éxito instantáneo para la compañía y las ventas se dispararon.
Y no pasó demasiado tiempo antes de que las unidades del Galaxy Note 7 empezaran a explotar. Literalmente. El primer informe sobre la combustión de un Galaxy Note 7 llegó a las noticias el 24 de agosto, apenas unos días después de que los clientes tuvieran por primera vez el codiciado dispositivo en sus manos.
En septiembre de 2016, Samsung anunció una retirada voluntaria de los 2,5 millones de smartphones Note 7 que había vendido en las dos semanas aproximadamente que habían salido a la venta. La compañía culpó a las baterías defectuosas del problema y ofreció reembolsos o dispositivos de reemplazo.
No pasó mucho tiempo antes de que la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor de Estados Unidos llamara la atención sobre la retirada formal y las cosas siguieron yendo de mal en peor.
El 5 de octubre, salió a la luz un informe sobre el sobrecalentamiento de un Note 7 en un vuelo nacional de Estados Unidos, y eso fue el problema que colmó el vaso.
Y es que el incidente involucró a una unidad de reemplazo que había sido equipada con una batería diferente. Es decir, el supuesto origen del error no era el Samsung aseguraba. Tras varios escándalos, las operadoras estadounidenses decidieron dejar de vender el modelo.
Samsung finalmente retiró la producción del Galaxy Note 7 en octubre de 2016, poco menos de dos meses después de que saliera a la venta.
Sin duda, el Galaxy Note 7 fue un gran fiasco para Samsung y minó la confianza de los consumidores en la marca. Newsweek señaló en su momento que el 34% de los clientes de Samsung no comprarían otro teléfono de la marca.
La compañía también recibió un golpe financiero enorme gracias a una previsión de 19 millones de ventas del Note 7 que acabaron en nada. Esto habría supuesto una pérdida de ingresos de unos 7.000 millones de dólares.
Además, tras el anuncio de que había detenido la producción del Note 7, el precio de las acciones de Samsung se desplomó un 8 % (unos 19.000 millones de dólares). Aunque Samsung sigue siendo una empresa de éxito, el Galaxy Note 7 siempre será una marca negra en su historia.
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