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Este microchip volador es el más pequeño nunca creado y ayudará a controlar la calidad del aire

microchip volador más pequeño jamás construido portada

La Universidad Northwestern ha conseguido un hito al dotar a un microchip minúsculo la capacidad de volar. Los investigadores creen que su trabajo puede acabar con los problemas de polución y contaminación ambiental.

La ciencia sigue dando pasos de gigante mientras el mundo gira. Y pese a que no todo lo que se inventa o diseña sale en los medios, miles de laboratorios de todo el globo trabajan por mejorar e innovar.

Y la Universidad Northwestern es uno de esos centros empeñados en romper las barreras que la tecnología hoy nos presenta. Y tanto se han empeñado que han alcanzado un hito sin darse cuenta: el de crear el microchip volador más pequeño del mundo. Vamos a explicarlo.

En busca de crear medidores fiables que puedan rastrear el medioambiente sin perturbar a las personas y a los animales, los investigadores de la universidad pensaron que si era posible crear robots voladores muy pequeños podrían realizar controles fiables sin molestar a nadie.

Microchip volador

Para desarrollar su idea, lo que hicieron fue fijarse en las semillas de algunos árboles, como las del arce, las cuales tienen una forma que les permite planear desde lo alto del árbol hasta el suelo y así ir dispersando semillas por la zona. Su forma hace que, naturalmente, den vueltas y se mantengan un buen rato en el aire.

A partir de ahí, los científicos decidieron diseñar sus diminutos dispositivos para que tuvieran una aerodinámica similar, basándose en un modelado por ordenador de cómo vuelan una variedad de semillas.

Microchip volador más pequeño jamás construido

El microchip resultante estaba formado por componentes electrónicos agrupados en el centro de tres alas, todo ello montado sobre un sustrato de goma. Los componentes electrónicos confieren al dispositivo un centro de gravedad bajo, lo que permite a las alas atrapar el viento y mantenerse en al aire.

El conjunto mide menos de 1 mm de ancho, lo que, según el equipo, lo convierte en las estructuras voladoras más pequeñas jamás construidas.

El objetivo de esta creación es registrar y detectar el entorno con el fin de controlar cuestiones como la contaminación, vigilar a la población o rastrear enfermedades, afirman los autores del estudio.

Comparación de tamaños

En las pruebas, el equipo equipo al microchip de sensores, una fuente de alimentación, memoria y una antena. De esta forma se demostró que podían detectar partículas en el aire, el equilibrio del pH en el agua o la exposición al sol de determinadas zonas.

Por último, la creación de estos científicos se ha llevado a cabo para que, una vez terminada la misión de los microchips, estos puedan desaparecer de forma natural, ya que los componentes son biodegradables.

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