Wordle, el juego diario de adivinanzas que acaba de ser comprado por el New York Times, está pasando por momentos turbulentos en las redes sociales, donde los jugadores se han empezado a quejar de la dificultad de los últimos días.

Esto ha frustrado a los jugadores, quienes creen que los nuevos propietarios el juego están aumentando la dificultad intencionadamente (esta historia de cómo Wordle salvó la vida de una mujer no te la puedes perder).

Pero, aunque abundan las teorías conspirativas que afirman que la proliferación de palabras difíciles es por culpa de los directivos del New York Times, que se sientan en sus grandes sillones a buscar dificilísimas palabras en el diccionario, la realidad es bien distinta.

Como explicó el creador del juego, Josh Wardle, en una entrevista con el New York Times, él pidió a su compañera Palak Shah (para quien el juego se creó originalmente como un regalo) que le ayudara a reducir las aproximadamente 12.000 posibilidades a unas 2.500 palabras que ella conocía.

Es esa lista de palabras la que constituye el conjunto de soluciones de Wordle, y la lista está literalmente integrada en el Javascript del propio sitio web. Es una de las razones por las que el juego era tan fácil de guardar localmente antes de la compra del NYT.

Y como una rápida comparación entre la lista de soluciones antes de la compra y la lista de soluciones actual de Wordle permite comprobar rápidamente que estamos ante el mismo juego sin modificar.

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El único cambio que hizo el The New York Times fue eliminar algunas palabras de la lista de adivinanzas válidas para el juego (en concreto, el lenguaje ofensivo y los insultos), pero eso no afecta a la lista de soluciones.

Lo cierto es que Wordle siempre ha tenido palabras difíciles. Pero la realidad es que el periódico americano no está convirtiendo este juego en un pasatiempo para estudiosos y pensadores, nada de eso. Además, que no le interesa, ya que su objetivo es llegar al máximo público posible.