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Regalar tu identidad a cambio de un rollo de papel higiénico: un futuro no tan de ciencia ficción se acerca

Reconocimiento facial

Hace bastante tiempo que algunas grandes empresas se centraron en acumular información privada de la población. Gracias a las redes sociales y todo el mundo digital, la mayoría de individuos empezamos a ceder parte de nuestra privacidad a cambio de una serie de funciones, como comunicarnos, buscar información o utilizar aplicaciones. Ahora, con el avance de las tecnologías, estamos comprobando cuál parece ser la información más requerida del momento: nuestros datos biométricos.

Son muchas las noticias que circulan cada día sobre el reconocimiento facial, la necesidad de regularlo o cómo puede impedir que entremos a una tienda. No es para menos, a pesar de que estemos entre una multitud de personas, las IA y el big data permiten identificarnos con extrema facilidad y anotar las cámaras ante las que pasamos y el momento.

En cuanto a la recopilación de los datos biométricos faciales por parte de empresas privadas, la tensión con los gobiernos no deja de aumentar. En caso de reducir a una máxima el debate a nivel internacional, se podría decir que el factor determinante es que el ciudadano/cliente acepte ser captado y analizado.

El día en que la inteligencia artificial me prohibió entrar en una tienda

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La tecnología ha llegado a un punto en el que algunas tiendas de Estados Unidos tienen inteligencias artificiales que deciden quién puede entrar. Estas situaciones serán cada vez más comunes en nuestro día a día. ¿Cómo pueden influir en nuestras vidas? ¿Son justas las IA al valorar a las personas?

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Paga con tu cara

Ayer se pudo ver en el Twitter de Javier Alonso una muestra de la situación a la que nos acercamos:

¿Cambiarías tus datos por papel higiénico? ¿Y por viajar en metro o acceder a una discoteca? Más allá de la sorna que pueda causar la circunstancia, con esta clase de situaciones existen varios problemas que debemos tener en cuenta

Al igual que un vídeo enviado a través de la red social, la información recopilada rara vez se elimina. Aunque existan unos términos y condiciones de uso, ¿alguien va a leerlas? ¿Qué uso va a darse a los datos biométricos? ¿Quién se los comprará a la empresa que te los ha cambiado por un trozo de papel higiénico?

Un segundo tema a tratar es la normalización que puede existir en el regalo de tu identidad. A pesar de que por fin hemos llegado a los tiempos en los que muchos somos conscientes de la riqueza que genera la información que regalamos a las empresas, si empezamos a encontrar esta clase de pagos, lo normal es que se acaben usando de forma mayoritaria. Al fin y al cabo, la riqueza personal en nuestro día a día se mide en dinero, no en datos, aunque para las empresas esos datos sí generen capital.

Los incontables usos de tus datos biométricos

Con la idea de agilizar los procesos, los datos biométricos son cada vez más utilizados y guardados. El mejor ejemplo son nuestros móviles, que los tienen gracias al desbloqueo por huella dactilar o reconocimiento facial. Y, por lo tanto, seguramente ahora también los guarda el fabricante de nuestro móvil, la empresa del sistema operativo o alguna aplicación instalada en el dispositivo. 

Si, tal y como hemos comentado, muchas empresas ansían tenerlos, ser capaces de procesarlos y mejorar el rápido reconocimiento facial, todo esto puede generar una gran tensión a la hora de ejercer algunos derechos ciudadanos. Tal y como hemos visto en Hong Kong, uno de los principales objetivos que tienen los manifestantes en cada concentración es luchar para no ser identificados. Toda la información que regalamos vuelve hacia nosotros, sea en anuncios personalizados, consecuencias a la hora de buscar trabajo o análisis de nuestra personalidad e ideales.

Quizá en este tema encontramos uno de los grandes fallos que existe en la ciencia ficción que trató de averiguar el futuro. Al pensar en los métodos utilizados para conseguir nuestros datos, pocos esperaban que fuese a cambio de algo tan barato como un trozo de papel higiénico o, lo que es casi lo mismo, a cambio de nada.

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