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Por qué los SSD ultrarrápidos no son lo que necesita tu ordenador

SSD de Samsung

El mundo del hardware siempre quiere más. Más megas por segundo, más imágenes por segundo, más gigas de capacidad y más resolución en los monitores. Pero, sinceramente, esto no siempre es necesario para tener una buena experiencia con tu ordenador.

Desde que apareció el estándar PCIe 5.0 el mundo informático se ha obsesionado con las enormes velocidades de conexión que esta permite. La 12ª generación de Intel Alder Lake y los próximos procesadores Ryzen 7000 de AMD traen soporte para este estándar y hay mucha expectación. 

Esta adopción generalizada puede suponer presión extra para conseguir el modelo más rápido posible al comprar una unidad SSD ultrarrápida, de esas que dan 13.000 Mbps de escritura y lectura.

Pero por muy emocionante que sea la nueva tecnología, se puede vivir una vida digital muy rápida con una unidad SSD menos caras y moderna. Y de hecho, esperar a que las especificaciones de gama alta lleguen a un presupuesto de gama media es lo más inteligente.

En primer lugar: las unidades de estado sólido cambian tanto la vida en comparación con las unidades de disco duro mecánicas (HDD) que incluso las más lentas marcan la diferencia.

La velocidad bruta importa, por supuesto. Una humilde SSD puede leer y escribir datos hasta cuatro veces más rápido que un disco duro de 7200 RPM. Actualmente, un SSD de gama media ofrece unos 550 Mb/s mientras que un HDD no solía sobrepasar los 150 Mb/s.

Y no todo es velocidad, los SSD tienen una latencia mucho menor que un HDD, por lo que pedirle cualquier información no solo se traspasa a mayor velocidad, sino que la orden llega y se responde mucho más rápido.

En segundo lugar: la necesidad de velocidad varía en función del uso que se haga del ordenador. Las actividades más habituales en un PC son el trabajo de oficina, la navegación por Internet, la transmisión de contenidos multimedia y los juegos, que no exigen tanto a una unidad.

Esto permite que las unidades SSD más baratas sean lo suficientemente rápidas para ese uso. Pero si por tus necesidades necesitas una buena unidad que sea muy rápida además de resistente, una unidad SSD PCIe 3.0 (unos 3.500 Mb/s)  ya es suficiente.

 

Gastar más dinero en un SSD que sea ultrarrápido no suele traducirse en una mejora en la experiencia de usuario, ya que al llegar a determinadas velocidades, el cuello de botella lo encontramos en otros componentes del ordenador: RAM, procesador, placa basa, tarjeta gráfica...

La conclusión es que se puede derrochar en una unidad SSD ultrarrápida, pero no es necesario. El mercado del hardware actual ofrece discos duros muy rápidos y muy baratos, por lo que las gamas más altas tan solo serían necesarias para aquellos profesionales que dependan su vida de ello.

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Etiquetas: SSD, Ordenadores