Es probable que no puedas comprar televisores 8K en la UE a partir del próximo año y es que la polémica está servida porque la propia Unión Europea quiere prohibir estos televisores porque son los que más consumen del mercado, y podrían desaparecer de todas las tiendas.

Y es que hay en marcha un proyecto de ley en la UE que va a restringir el consumo de energía de los televisores, y esto entra en vigor el próximo 1 de marzo de 2023. En concreto la norma no solo afecta a los televisores 8K, sino también a un par de televisores OLED 4K, a los televisores QD-OLED de pantalla de 65 pulgadas y a los televisores QLED 4K de alto rendimiento (de 120 Hz hacia arriba).

Esto se debe al Índice de Eficiencia Energética (IEE) que se ideó hace tiempo atrás para la Unión Europea y que puso sobre la mesa la eficiencia energética de una pantalla analizando pantallas que se vendieron entre 2012 y 2017.

Ahora la Asociación de Televisores 8K está en pie de guerra desafiando a la propia Unión Europea a que revisen este proyecto de ley antes de que sea efectivo el próximo 1 de marzo, lo que supondría para Europa la prohibición de la venta de televisores 8K.

Para entender el asunto, conviene explicar con mayor detenimiento el Índice de Eficiencia Energética (IEE) aclarando que se calcula en función del área de la pantalla y el consumo de energía. En marzo de 2019 se definió este índice para resolución 8K y también para pantallas basadas en micro LED fijándose la fecha de cumplimiento del 1 de marzo de 2023.

Básicamente el proyecto original requiere que estos dispositivos consuman la misma energía que los dispositivos con resolución 4K pero lamentablemente ningún televisor 8K actual puede alcanzar este nivel de eficiencia energética y por tanto se tendría que prohibir su venta en el mercado de la Unión Europea en solo unos meses.

La asociación 8K afirma que durante el desarrollo de los métodos para determinar este índice de eficiencia energética en las pantallas se evaluaron datos de pantallas comercializadas entre 2012 y 2017. 

“Los límites IEE eran razonables y distinguían entre el rendimiento de diferentes familias de pantallas. Sin embargo, el mismo enfoque no fue posible para pantallas superiores a UHD y para pantallas microLED, ya que solo aparecieron en el mercado después de que se desarrolló la regulación. Como resultado, el límite para más de UHD (8K) y microLED aparentemente se estableció de manera arbitraria en función del rendimiento de la pantalla UHD”, recogen.

Si bien es posible que el comité regulador aborde este tema de nuevo antes de que la regulación entre en vigor, parece que no se realizará ninguna reunión de revisión antes de dicha fecha.

Actualmente se está trabajando para abordar el mayor consumo de energía de las pantallas 8K, creando nuevos materiales y modos de cristal líquido, junto a procesadores más eficientes. Sin embargo estas mejoras van a tardar bastante en desarrollarse y deben encajar en las capacidades de fabricación existentes.

Lo que podría suponer esta prohibición para los consumidores

Si el comité regulador no responde y definitivamente sale la ley el 1 de marzo de 2023, ningún televisor 8K, al no cumplir con el requisito del índice de energía energético, podrá venderse en la UE, afectando a los fabricantes de estos dispositivos y a los socios proveedores.

Esta también interrumpiría el ciclo de desarrollo típico, haciendo que la nueva tecnología deba introducirse a precios más altos para recuperar la inversión, algo que podría también afectar a una subida de precio generalizado de los televisores de menor resolución.

Tampoco los creadores de contenido podrían ofrecernos resolución 8K en la Unión Europea, y evidentemente los consumidores perderían la carrera de la tecnología que sí estaría presente en otros sitios como América y Asia.

Por otra parte, se interrumpiría la nueva tecnología en mercados verticales como el nicho médico, el corporativo, la señalización digital, simulación científica, museos, parques temáticos y mucho más.

La comunidad de la Unión Europea no tendrá el acceso a tecnologías y servicios que sí estarían disfrutando otras regiones, y evidentemente a los consumidores no les llegarán dispositivos de última generación y también el acceso completo al contenido 8K.

También podría suponer el cese de actividad y el cierre de multitud de empresas, dado que a los fabricantes de televisores se le negaría una base de consumidores local enorme en Europa y eso podría afectar al desempeño de sus negocios.

De esta forma, una hipotética prohibición de los televisores 8K sería una muy mala noticia que afectaría de forma directa a los consumidores en la Unión Europea.