Inteligencia artificial: un pasado fascinante y un futuro por descubrir
Ofrecido por Huawei
Actualmente los conceptos inteligencia artificial, machine learning o procesadores de redes neurales se van haciendo más familiares para el gran público por las aplicaciones prácticas que tienen estas tecnologías.
En determinadas ocasiones, Incluso los que estamos en contacto directo con las últimas tecnologías, nos sorprendemos con las capacidades y reacciones “humanas” que demuestran algunos sistemas de inteligencia artificial. Casi sin darnos cuenta, la inteligencia artificial se ha colado de forma natural en actividades tan cotidianas como es hacer una foto con tu móvil.
Cada vez resulta más habitual encontrar inteligencia artificial y asistentes virtuales integrados en televisores, altavoces o teléfonos móviles. Es en este último dispositivo donde la inteligencia artificial está abriendo todo un mundo de posibilidades.
Funciones tan cotidianas como hacer—correctamente— una buena foto, traducir textos en tiempo real o estirar al máximo la autonomía del smartphone teniendo en cuenta los hábitos del usuario, son algunas de las utilidades de la inteligencia artificial que vienen integradas en los móviles de última generación como el Huawei Mate 20 y Huawei Mate 20 Pro.
Parece ciencia ficción, pero en realidad es historia
Descubrir lo que un sistema de inteligencia artificial puede llegar a hacer dejará estupefacto a más de uno, y hacerle dudar si es real o se trata del argumento de una película de ciencia ficción.
Sin embargo, por muy novedoso que puedan parecer los conceptos de inteligencia artificial y pensamiento racional de los dispositivos, nos tendríamos que remontar a la Antigua Grecia para encontrar las primeras referencias a maquinas racionales (que no con raciocinio) que respondían de una determinada forma ante una determinada circunstancia. Sí, en los tiempos de Aristóteles también existían formas de inteligencia artificial acordes a la tecnología de la época y sus necesidades.
El considerado como uno de los padres del pensamiento filosófico occidental describió una serie de reglas que definen el funcionamiento de la mente para alcanzar conclusiones lógicas y racionales. Gracias a esos patrones primigenios, se pudieron crear algoritmos que marcan el camino para obtener una respuesta lógica y racional a cualquier cuestión que se plantee.
Sin embargo, aunque Aristóteles puso la primera piedra de este largo camino, fue Alan Turing, padre de la computación moderna, quien a finales de la década de 1940 definió las reglas del Test de Turing que actualmente se utiliza para determinar la “inteligencia” o capacidad de imitación del pensamiento humano de una máquina.
De la utopía teórica a derrotar a un campeón de ajedrez, así avanzó la inteligencia artificial
Una década más tarde, en 1956, durante la celebración de la Conferencia de Darthmouth (Estados Unidos) que organizó un grupo multidisciplinar de científicos de la Universidad Dartmouth College. En esta conferencia se establecían nuevas hipótesis sobre la viabilidad de que una maquina pudiera actuar como un cerebro artificial capaz de realizar cálculos inteligentes.
Años más tarde, las conclusiones a las que se llegó en esta conferencia científica serviría como base del desarrollo de las redes neuronales artificiales que hoy sirven como base de la tecnología que utilizan los dos procesadores NPU que integra el procesador HiSilicon Kirin 980 que monta el Huawei Mate 20 y Mate 20 Pro.
Desafortunadamente, durante los 60 y 70 del siglo pasado, las inversiones en la investigación de la inteligencia artificial cayeron en picado y hasta finales de los 80 no se volvió a poner sobre la mesa el potencial industrial que ofrecía la inteligencia artificial.
Fueron los Martin Fischles y Oscar Firschein definieron los atributos de debía cumplir un agente artificial, entre los que se encuentran los primeros esbozos de lo que más tarde ser convertiría en el actual aprendizaje profundo (depp learning) y la comprensión necesaria para distinguir a pesar de la similitud de las situaciones.
Estos dos atributos que destacamos son los que actualmente usamos con total naturalidad al encender la cámara del Huawei Mate 20 o Mate 20 Pro, para que la inteligencia artificial reconozca más de 1.500 escenarios y 25 categorías, tenga en cuenta las condiciones de luz y ajuste la configuración de la cámara para obtener la mejor imagen posible sin que el usuarios se tenga que preocupar más que de enfocar el objeto y pulsar el disparador.
La prueba de que la inteligencia artificial estaba preparada para ver la luz vino de la mano de la ya famosa Deep Blue (Azul oscuro) medía sus fuerzas con el por entonces campeón del mundo de ajedrez Gary Kaspárov. En una primera ronda de partidas celebrada en 1996, el campeón del mundo derrotó a la máquina.
Sin embargo, en una segunda ronda celebrada en 1997 en la participó Deeper Blue (Azul aún más oscuro), el campeón Kaspárov no pudo vencer a la máquina, que se proclamó como la primera inteligencia artificial en derrotar a un humano, todo un campeón mundial de ajedrez para más señas.
Deep Blue—o más bien su sucesor “vitaminado” Deeper Blue— sirvieron de base de desarrollo para otra inteligencia artificial que ha marcado el ritmo de esta área de la computación durante los últimos años. Hablamos de Watson, una inteligencia artificial que en 2011 consiguió ganar un complejo concurso de televisión de preguntas y respuestas compitiendo con dos campeones.
Con esta victoria, la inteligencia artificial de Watson debía demostrar un alto nivel de inteligencia artificial cognitiva para comprender las preguntas que se formulaban, procesar la información con rapidez y dar la respuesta exacta a la pregunta planteada. Además, debía demostrar dotes para la estrategia al realizar apuestas para ganar el concurso. Un comportamiento que resulta complicado para muchos humanos, pero que esta inteligencia artificial gestionó de forma brillante.
De la misma forma, parte de las cualidades de comprensión y efectividad en las respuestas que Watson demostró al ganar el concurso, las encontramos ya en objetos que usas cada día como el móvil.
El doble procesador NPU que integran los nuevos Kirin 980 permiten reconocer texto en otros idiomas, comprender su significado y traducir instantáneamente sin necesitar conectarse a ningún servicio externo. Conseguir en solo 7 años que las capacidades de un superordenador del tamaño de una habitación, puedan estar integradas en un smartphone de apenas 189 gramos de peso es, cuanto menos, digno de mención.
¿Qué es capaz de hacer actualmente la inteligencia artificial?
Actualmente la inteligencia artificial en la telefonía móvil está en dando sus primeros pasos, pero a pesar de que todavía le queda un largo camino por recorrer, ya empieza a marcar grandes diferencias.
Por el momento, en el ámbito de la telefonía móvil, la inteligencia artificial se está aplicando de forma más intensa en la gestión de algunos recursos estratégicos en los móviles como son la cámara, la gestión de la energía y la optimización de los recursos del dispositivo.
Una de las peculiaridades de la implementación de la inteligencia artificial de Huawei en móviles como el Huawei Mate 20 o Mate 20 Pro es que su presencia solo se deja notar en los resultados, pero no en el proceso.
De ese modo, el usuario nota que la batería de su móvil dura más de lo habitual, que el móvil se mantiene fluido durante más tiempo o que las fotos que hace tienen mejor calidad, pero en el uso cotidiano no nota la presencia de esa inteligencia artificial.
Esa es precisamente la tarea de los dos núcleos NPU que integra el procesador Kirin 980, gestionar los procesos derivados de la inteligencia artificial de forma independiente de forma que no afecte al rendimiento del móvil.
De esa forma, la inteligencia artificial puede actuar sobre el hardware del smartphone y configurarlo para obtener el mejor rendimiento, ahorrar batería y exprimir al máximo su potencial.
Por ejemplo, al abrir la app de cámara, la inteligencia artificial se activa instantáneamente y se pone a trabajar desde el primer segundo analizando la escena y configurando los ajustes adecuados en la cámara para obtener la mejor foto posible. Todo ello, teniendo en cuenta parámetros como el tipo de objetos, la posición de las personas que se están fotografiando o la iluminación de la escena.
La inteligencia artificial presente en los smartphones de Huawei no solo se limita a controlar la toma de la foto, sino que también interviene en la postproducción aplicando ajustes posteriores para lograr la mejor definición y equilibrio de colores posible.
En lo que respecta a la grabación de vídeo, el uso de la inteligencia artificial se deja notar especialmente a la hora de aplicar efectos de cine en tiempo real en el vídeo, algo que hasta la fecha no había sido posible realizar por la complejidad del proceso.
El sistema de aprendizaje y comprensión que posee la inteligencia artificial de Huawei detecta y comprende lo que sucede en la escena que estás grabando, siendo capaz de aplicar efectos de color únicamente en la zona seleccionada y en tiempo real.
Por ejemplo, podrías estar grabando una escena con una persona caminando por la playa en primer plano a todo color, mientras que el fondo y el resto de la escena se muestra en blanco y negro. La inteligencia artificial detecta a la persona y la aísla del resto de la escena de forma que, aunque continúe moviéndose y caminando, se mantendrá enfocada y en color, mientras el fondo se desenfoca y se muestra en blanco y negro.
No cabe duda que a la inteligencia artificial todavía le queda un largo camino que recorrer, pero en estos primeros pasos ya está demostrando que ha llegado para quedarse y mejorar la vida de los usuarios haciéndoles más fácil el uso del móvil.
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