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Las víctimas de la guerra comercial entre Trump y China: ZTE, Huawei y las que vendrán

Trump Dibujo
La ruptura entre Google y Huawei es el último paso en una guerra comercial recrudecida desde la presidencia de Donald Trump. En la campaña electoral ya puso como objetivo limitar el negocio de las grandes empresas chinas en su país. Os explicamos las medidas que ha tomado en los últimos años.

La presión de Donald Trump contra Huawei provocó que Google anunciase ayer que deja de tener relaciones comerciales con el gigante chino. Esta noticia es de gran importancia para todo el sector tecnológico, pero, a pesar de hacer tambalear el mundo de los móviles y provocar preocupación en muchos usuarios, no se puede decir que sea una gran sorpresa. Esto viene desde hace tiempo en base a la visión económica que mantiene el gobierno de Trump.

De momento, estamos a la espera de saber cuáles serán los próximos movimientos de Estados Unidos y China y las posibilidades que tienen sus grandes empresas de subsistir sin intercambiar material tecnológico, algo muy complicado en un mundo cada vez más globalizado. Empieza a sonar una gran pregunta: ¿Es posible que estemos ante un nuevo modelo de Guerra fría?

Desde hace tiempo se viene fraguando una guerra comercial desde dos puntos del planeta. Estados Unidos se encuentra en un cambio de paradigma económico donde las grandes crisis de la industria automovilística han dejado en la ruina ciudades como Detroit, un periodo donde sus empresas tecnológicas de software y comunicación tratan de mantener su poder sobre el resto del mundo.

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Mientras, Rusia y China han afianzado sus relaciones los últimos años y mantienen una estrategia común como respuesta a Estados Unidos y Europa. Sus relaciones económicas y comerciales han aumentado y la sintonía se puede ver hasta en las decisiones de temas geoestratégicos como el conflicto que se vive en Ucrania.

Ataques desde la campaña electoral

Desde que Trump llegó a la presidencia en 2016 con los mensajes American First y Make America Great Again las perspectivas migratorias y comerciales tomaron nuevos caminos. El objetivo, básicamente, era que los estadounidenses comprasen productos fabricados allí y observar a otros países de un modo colonialista.

Con la TTIP ya casi en punto muerto, enseguida empezó a mostrar su desconfianza hacia el mercado chino creciente. Mientras los grandes fabricantes de teléfonos móviles bajaban sus ventas, Huawei y Xiaomi crecían como nunca y asomaba un futuro en el que Silicon Valley podía no ser el gran motor de la innovación tecnológica ni uno de los sustentos económicos del país.

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Entre los países puestos en el objetivo de Trump estaba China. En plena campaña ya aseguró que lucharía por forzar a China a cambiar sus políticas que afectaban a la industria estadounidense y a limitar sus negocios en el país.

En el último trimestre de 2017 las únicas grandes marcas de fabricantes de móviles que lograron beneficios fueron Huawei y Xiaomi. Apenas habían entrado en Estados Unidos en ese mercado, pero ya estaban suministrando otra clase de materiales a las empresas y mantenían relaciones comerciales bidireccionales.

Ante una situación similar, en febrero de 2018, tras lograr asentar un gobierno y con la trama rusa en los medios, llegó el primer gran aviso cuando desde el FBI y otras agencias de inteligencia estadounidenses desaconsejaron el uso de smartphones de Huawei

El motivo alegado en comparecencias en el Senado por Director de la Oficina Federal de Investigaciones del FBI, Chris Wray, fue la sospecha de que la empresa podía estar espiando a funcionarios estadounidenses. De todo lo que dijo, la mayoría hipótesis, él mismo lo resumió con pocas palabras: “No comparten nuestros valores”.

Desde Huawei, su CEO, Richard Yu, desmintió cualquier sospecha y contestó que el motivo final era su alta competitividad. Además, afirmó que siempre han sido independientes del gobierno chino.

Por entonces, los estadounidenses podían comprar los teléfonos Huawei a través de Amazon, pero no de compañías de telefonía.

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Fuertes sanciones a ZTE

En abril de 2018, Estados Unidos prohibió a la empresa China ZTE hacer negocios en el país hasta 2025 tras el descubrimiento de sus relaciones comerciales con Irán y Corea del Norte.

La prohibición era importante en todos los aspectos, ya que ZTE compraba materiales y software a Estados Unidos, por lo que no solamente se ponían en duda sus beneficios, también la posible viabilidad de una empresa que se veía bloqueada.

La sanción impuesta por Estados Unidos superaba los 1.000 millones de euros, ordenaba el despido de los directivos implicados en las negociaciones con esos terceros países y exigía la supervisión del gobierno estadounidense para poder continuar con sus negocios.

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Prohibición de uso a funcionarios

En agosto de 2018 se dio otro paso adelante cuando el gobierno prohibió el uso de dispositivos de varias compañías chinas a funcionarios y contratistas del gobierno. Huawei, ZTE, Hytera Communications, Hangzhou Hikvision Digital Technology y Dahua Technology fueron las empresas implicadas en la prohibición al considerarse que estaban controladas por el gobierno chino.

Los motivos expuestos eran de seguridad de toda clase, desde los datos que se enviasen por los móviles hasta la geolocalización. El gobierno de Trump estimaba que todas esas empresas podían hacer labores de espionaje y que se debían limitar en lo posible.

Huawei como gran enemigo

Aunque se mantuvieron la guerra comercial y los mensajes de desconfianza hacia las empresas chinas, pocos esperaban el movimiento que hizo el gobierno de Trump en diciembre de 2018. Como viene siendo habitual, la estrategia fue de despiste.

A principio de diciembre, en la reunión del G20 celebrada en Buenos Aires, los gobiernos de Estados Unidos y China decidieron firmar una tregua de 90días. El acuerdo comprometía a Estados Unidos a aplazar la subida de aranceles y a China a comprar una gran cantidad de productos norteamericanos.

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(Flickr user A4-Nieuws/CC-BY-2.0)

Este acuerdo se dio tras la escalada de tensiones por conflictos en protección de propiedad intelectual, transferencia de tecnologías, etc. Pero la verdad es que se estimó como frágil desde el primer momento. Tanto es así, que no tardó en explotar cuando se hizo público que se había detenido a la vicepresidenta de Huawei en Canadá. Meng Wanzhou, que además es hija del presidente de Huawei, fue acusada de saltarse las sanciones impuestas por Estados Unidos a Irán.

La respuesta de China fue inmediata y exigió la liberación de la directiva de Huawei detenida mientras hacía escala en Vancouver. Días después salió de la cárcel bajo las condiciones de continuar en Canadá y portar una tobillera localizadora.

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Emergencia nacional contra Huawei

Desde entonces han proseguido las negociaciones comerciales entre ambos países en un tono agresivo, aunque Trump no ha negado en ningún momento la imposición de aranceles y ha provocado caídas en bolsa de los países asiáticos en las últimas semanas tras la escalada de tensión.

A principio de mayo, Trump se felicitó con este tuit sobre los aranceles impuestos en los últimos 10 meses y los buenos resultados que estaban provocando en la economía del país:

El pasado 16 de mayo Trump dio el primer paso para el gran ataque a Huawei al activar una alarma nacional que limitaba el uso de tecnología extranjera por parte de empresas tecnológicas. Una medida que fue claramente tomada como un ataque a Huawei.

Según el gobierno federal, existe una vulneración de la tecnología estadounidense por parte de empresas de adversarios extranjeros que pone en una situación delicada al país. Bajo esta alarma, el presidente puede limitar el sector y así se lo hizo saber al secretario de Comercio.

La primera gran consecuencia de esto ha llegado pocos días después con la ruptura del acuerdo comercial entre Google y Huawei que ha causado una tremenda impresión en todos los medios. Horas después, otras empresas se han sumado a la medida: Intel, Qualcomm, Broadcom, Infineon Technologies, Micron Technology y Western Digital.

De este modo, Huawei entra en la mayor crisis que ha vivido. Aunque era imaginable algo similar, al no poder usar Android y a la espera de saber cómo transcurre la negociación en lo que respecta a los teléfonos ya en uso, ha empezado un periodo de duda.

Hay que recordar que Android es el sistema operativo más utilizado en telefonía móvil y que casi todas las aplicaciones están orientadas hacia él, por lo que cualquier transición puede ser muy complicada. 

De momento, se desconoce cuáles serán los siguientes pasos de la compañía ante la imposibilidad de hacer negocios comerciales con empresas que les facilitaban tanto hardware como software, así como cuál será la repercusión en las empresas estadounidenses al quedarse sin un cliente tan importante. El mercado contiene la respiración.

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Etiquetas: Destacado, Huawei