El coche eléctrico y el riesgo de que su expansión incremente las desigualdades sociales

Estaremos de acuerdo en que la movilidad eléctrica se ha posicionado como la solución al enorme problema de contaminación que sufrimos en todo el mundo, con las graves consecuencias que eso conlleva para nuestra salud.

Pero también es cierto que tal y como están las cosas hoy en día (y parece que no cambiarán a corto plazo), el coche eléctrico es también un factor de agravio para las desigualdades sociales. Una brecha entre aquellos que pueden permitirse comprarlo dado su alto precio más la instalación de un punto de carga y los que sí pueden hacerlo, entre otros factores a tener en cuenta.

En los últimos meses, con movimientos como el de Madrid Central, el acceso en coche al centro de las grandes ciudades está quedando restringido a los propietarios de un vehículo que cumpla con las normativas más estrictas en cuanto a emisiones. ¿Supone esto el primer paso hacia el incremento en las desigualdades sociales en las grandes ciudades? Vamos a verlo en profundidad.

El coche eléctrico trae con él grandes ventajas, pero también grandes brechas

Muchas de las investigaciones sobre el cambio o la transición hacia la movilidad eléctrica han sido descriptivas o positivas, en lugar de normativas o críticas, evaluando los problemas éticos, de justicia o morales más profundos que surgen a raíz de este asunto.

Para abordar esta brecha, un estudio publicado en el Ecological Economics examina cualitativamente la transición en curso a los vehículos eléctricos y V2G (sistema en el cual la energía puede ser vendida a la red eléctrica por el conductor de un vehículo eléctrico o híbrido enchufable, cuando este es conectado a la red en los momentos que no se use para el transporte) que se da actualmente en los países nórdicos. Lo hace a través de losdiversos objetivos de la justicia distributiva, la justicia procesal, la justicia cosmopolita o la justicia de reconocimiento.

Entonces, ¿cuáles son exactamente los tipos de injusticias asociadas con la movilidad eléctrica? ¿De qué manera los patrones emergentes de movilidad eléctrica empeoran los riesgos o vulnerabilidades socioambientales?

Este estudio basado en datos recopilados de 257 expertos en Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, concluye que la movilidad eléctrica puede erosionar elementos de la justicia distributiva por ser accesible solo para los ricos y por aumentar los riesgos relacionados con la privacidad, la piratería y el ciberterrorismo, entre otros.

Qué injusticias sociales podría provocar la llegada del coche eléctrico

Por eso, una de las principales conclusiones de este estudio es que los coches eléctricos y los sistemas V2G pueden llegar a quebrantar principios de justicia distributiva debido a su precio, siendo únicamente accesibles para los ricos. Igualmente, creen que vulneran la privacidad debido a su alta digitalización o que incrementan la exclusión y el elitismo en lo que a uso de transportes se refiere.

También existe el riesgo de mover la creación de ciertos tipos de empleos a otras unidades de negocio, con la especialización y actualización que ello conlleva. Así, el estudio habla de que se desplaza también a grupos vulnerables de la población que no pueden permitirse una nueva formación en este sentido.

Además, tampoco se zanjan del todo otros puntos negativos externos tales como los atascos o la contaminación, un problema que en este último caso además se traslada a los países en los que se fabrican las baterías para coches eléctricos.

De los países nórdicos a Madrid: ¿Madrid Central provoca desigualdades sociales?

Este tipo de datos y conclusiones que vemos en el estudio también nos hacen reflexionar a nivel local. En el caso de la capital, tenemos la restricción de circulación en gran parte del centro para vehículos de combustión (con excepciones) desde hace apenas un par de meses: el denominado Madrid Central.

Esto nos hace preguntarnos si esto a su vez supone una desigualdad social: todos aquellos que no puedan permitirse comprarse un coche eléctrico o ni siquiera renovar el suyo por uno híbrido o híbrido enchufable, no podrán acceder en coche a según qué partes de Madrid.

Obviamente, la comunicación en transporte público al centro de la capital es más que razonable, de hecho es de las mejores que existen no solo en toda España sino en todo el mundo. Pero puede que haya según qué ciudadanos que se sientan desiguales con respecto a esta posibilidad únicamente por la falta de medios económicos para renovar su vehículo de combustión por otro eléctrico. O no poder hacerlo por la incertidumbre de poder cargarlo cada día, ya que no pueden instalar un punto de carga en su vivienda.

Entonces, ¿cómo se pueden combatir estas injusticias y desigualdades sociales?

Entonces, ¿qué pasa? ¿Todo está mal? ¿El coche eléctrico tampoco es la solución? Para nada. Existen muchísimas medidas que se han de llevar a cabo con el fin de evitar que la movilidad eléctrica se quede de una manera equitativa y estable entre nosotros.

Los investigadores de este estudio aseguran que lo principal es, lógicamente, promover la fabricación de coches eléctricos más baratos, así como información suficiente sobre los mismos y ayudas por parte de las administraciones públicas que comiencen por las rentas más bajas.

Igualmente, se debe mejorar de una forma espectacular las infraestructuras públicas de recarga, electrificar el transporte público, mejorar las renovables, subvencionar programas de “renovación” para que los profesionales del sector no se queden fuera de ciertos puestos de trabajo, etc.

Las recomendaciones para evitar las desigualdades sociales con la llegada del coche eléctrico que hemos podido ver en un informe de Localis incluyen:

• Las actualizaciones de las redes de recarga deben hacerse de manera justa para garantizar oportunidades equitativas para los hogares en diferentes contextos socioeconómicos y para asegurar que las disparidades existentes no se vean exacerbadas.
   
• Aflojar las regulaciones para permitir a los proveedores de redes de energía invertir antes de la demanda.  
   
• Ciertos poderes reguladores deberían ser transferidos regionalmente para que las ciudades puedan desarrollar su propia política energética de manera independiente.
   
• Se debe dar a las autoridades locales el mandato de formar consorcios y desarrollar planes de ciudades inteligentes que integren diversas iniciativas. 
   
• Se debe aumentar la conciencia pública sobre los beneficios ambientales y financieros del crecimiento y desarrollo de las ciudades inteligentes.
   
• El gobierno debe producir un marco estandarizado para la mejora y expansión de los puntos de carga para vehículos eléctricos.

¡Ojo! Miremos los puntos positivos

Pero el estudio que publica el Ecological Economic no muestra únicamente la “cara B” del coche eléctrico, también sus ventajas. Puntos positivos tales como la capacidad de mejora de la calidad del aire, la contribución a la estabilidad y eficiencia del sistema eléctrico al conectarse los coches de batería a la red, descentralización de los sistemas de energía, etc.

Además, Benjamin Sovacool, autor principal del estudio, asegura que ni muchísimo menos provocan más injusticias sociales que los tradicionales coches de combustión: “Incluso cuando se tienen en cuenta todos los impactos de los vehículos eléctricos, siguen siendo mejores que los de combustibles fósiles. Aunque esto no se da siempre”, explica.

“La clave es reconocer que todos los coches tienen diferentes tipos de costes, riesgos y beneficios, así que hay que hacerlos transparentes y decidir en qué contextos tiene sentido el coche eléctrico y en cuales no”, concluye. El tiempo nos dirá si vamos por el buen camino.