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Para toda la humanidad: el increíble legado de la carrera espacial

El astronauta Donald K. "Deke" Slayton abraza al cosmonauta Aleksey Leonov en la nave espacial Soyuz. 1975

NASA

La rivalidad y posterior colaboración entre EEUU y URSS durante décadas impulso el avance científico y tecnológico. Una carrera en favor de la ciencia que llega hasta nuestros días.

Tras las Segunda Guerra Mundial, con el terror provocado por la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki todavía muy presente, el lanzamiento del satélite Sputnik no auguraba nada bueno. Ese acontecimiento el 4 de octubre de 1957 se recuerda ahora como un hito, pero por aquel entonces suponía el control por parte de la URSS de los cohetes R7 capaces de colocar una cabeza nuclear a 8.000 kilómetros de distancia.

La Guerra Fría daba comienzo, una lucha ideológica que se libró en gran medida en el espacio. Estados Unidos respondía unos meses más tarde, el 31 de enero de 1958, con el lanzamiento del Explorer 1, ese mismo año nacería la NASA bajo el mandato del presidente Eisenhower. Y así, cada año durante las siguientes décadas el mundo era testigo de un nuevo logro en la carrera espacial por parte de alguna de estas dos potencias.

Las guerras siempre han sido el origen de muchos avances científicos. De las inversiones que se destinaban a los conflictos salían nuevos armamentos, transportes e inventos destinados a hacer más fuertes a los soldados de un bando y a acabar con el mayor número de vidas en el otro. Sin embargo, en este nuevo tipo de guerra los países competían por liderar el desarrollo científico y tecnológico, una carrera en favor de la ciencia.

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Aun así, a día de hoy si se le pregunta a cualquier persona por cómo sería su vida si los seres humanos no hubiéramos viajado nunca al espacio, la mayoría soltaría una risa y afirmaría sin ningún miramiento que en sus vidas no influye en absoluto si pisamos o no otros planetas. 

No obstante, si echamos un vistazo rápido a nuestro alrededor es fácil encontrar objetos o inventos que derivan o dependen de un proyecto impulsado por esa exploración espacial. Sin irnos muy lejos, este último año muchas de las videollamadas que hemos compartido con familiares y amigos se han sustentado en el sistema de telecomunicaciones global que debe su existencia a esa carrera espacial entre Estados Unidos y URSS.

La televisión e internet

No hay que olvidar que después del primer satélite Sputnik vendrían otros, cuyo principal objetivo era demostrar la ventaja de la URSS frente a EEUU, por supuesto, pero también pretendían recopilar datos y enviarlos a la Tierra. Estas primeras comunicaciones vía satélite eran unidireccionales y ambos países se esforzarían por mejorar esta tecnología con intereses militares. 

Durante la década de los años 60, tanto en Europa como en Estados Unidos, el auge de la radio, la televisión y el uso del teléfono pusieron de manifiesto la necesidad de nuevas infraestructuras que pudieran soportar la ingente demanda. Puesto que la NASA ya estaba trabajando en un sistema de comunicaciones por satélite, se propuso crear una colaboración público-privada de la que resultaría Telstar 1, el primer satélite de comunicaciones comerciales en 1962. Estas fueron las imágenes que se pudieron ver durante la primera retransmisión de televisión vía satélite de la historia.

La amenaza de un ataque nuclear por parte de la URSS también propició un movimiento estadounidense determinante para la historia. Debería ser uno más de los muchos sistemas secretos del ejército estadounidense pero la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada o ARPA ha acabado siendo mundialmente conocida por crear los cimientos de Internet.

En  1958 el Departamento de Defensa ordenó la creación de esta agencia con tres principales objetivos: impulsar la investigación de tecnología espacial, defensa balística de misiles y propulsores sólidos. A raíz de esta agencia surgió ARPANET, una red de ordenadores que conectaba a científicos de varias universidades norteamericanas para que pudieran compartir recursos. 

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En 1962, Joseph Carl Robnett Licklider creó ARPANET defendiendo la idea de una "red galáctica" en la que se interconectaban todos los ordenadores del mundo y donde cualquiera podía acceder a todos los datos. En 1969 se envió el primer mensaje entre dos ordenadores en Estados Unidos y en 1973 se realizaría la primera conexión a nivel internacional con la University College of London.

Diez años más tarde, ARPANET adoptó el protocolo TCP/IP y se crea una red paralela para uso exclusivamente militar donde albergar los archivos no clasificados del Departamento de Defensa, la MILNEF. A partir de aquí la historia prosigue con la creación de la World Wide Web como os explicamos en este otro artículo.

Biología y medicina

Ese interés por el espacio y planetas o satélites vecinos, fomentó a su vez el interés por nuestro propio planeta. Durante las primeras misiones a la Luna, se tomaron por primera vez fotografías de la superficie terrestre de la Tierra desde el espacio. Estas fotografías nos ofrecieron una visión de nuestro hogar única, lejos de nacionalismos y fronteras, que ayudó a impulsar movimientos ecologistas y proyectos científicos interesados en la riqueza de nuestro planeta. Así surgió el programa Landsat.

Erupción del Monte Santa Elena en 1980. Landsat capturó durante más de 100 años su evolución.
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NASA/USGS

En 1965, el director del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), William Pecora, propuso construir un satélite de detección remota con el que recopilar datos sobre los recursos naturales de nuestro planeta. El programa no dio sus frutos hasta 1972, cuando el cohete Thor-Delta lanzó Landsat 1. Estas imágenes desde el espacio influyeron en la agricultura tanto como en el desarrollo de las ciudades, ayudaron a transformar el paisaje con una mejor distribución de la red eléctrica y el transporte, o la vivienda, entre otros.

Pero, además, los filtros diseñados para mejorar las imágenes desde el espacio han llegado a influir en la medicina. Con la ayuda de un decodificador óptico desarrollado por la NASA se consiguieron en los años 70 imágenes de los tejidos blandos, como los pulmones, en los que se podían evitar los huesos que se superponen a estos órganos y verlos con mayor claridad. 

Ya que estamos tocando el campo de la medicina, nos es imposible no relacionar algunas prácticas médicas con los viajes de los primeros humanos al espacio. La necesidad de mandar astronautas a millones de kilómetros y controlar su salud llevó al desarrollo de sistemas de monitoreo biomédico con los que controlar los signos vitales y que casi todos hemos visto usar a los médicos, sobre todo los pacientes con afecciones cardiacas.

El generador de pulso automático fabricado por Medrad
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NASA

La empresa Medrad utilizó la tecnología de la NASA para desarrollar un nuevo dispositivo llamado generador de pulso automático en implante (AID implantable automatic pulse generator ) cuya función era monitorear el corazón continuamente. Este invento reconoce el principio de la fibrilación ventricular y administra de forma automática una descarga eléctrica correctiva

Se trata de una versión en miniatura del desfibrilador utilizado por los equipos de emergencias y los hospitales para restaurar el ritmo cardíaco después de la fibrilación, pero ofrece una vigilancia constante del paciente en riesgo. Una vez es implantado, no necesita la ayuda de ningún personal cualificado. El sistema AID consta de una microcomputadora, una fuente de alimentación y dos electrodos que detectan la actividad cardíaca. 

Del inglés al ruso

Con el apogeo de la carrera espacial en el pasado y las tensiones de la guerra fría disipándose, a finales de la década de los 60 la vieja rivalidad se transformó en una asociación con la que ambas naciones pudieron alcanzar nuevas metas, el Proyecto de pruebas Apollo-Soyuz en 1975 es un buen ejemplo de ello. Las cápsulas Apollo y Soyuz permanecieron acopladas en el espacio durante 44 horas en julio de ese año, tiempo que aprovecharon para que los astronautas de ambos lados realizaran un simbólico apretón de manos y se intercambiaran obsequios y banderas. 

Para llevar a cabo esta misión de reconciliación las dos agencias, NASA y Roscosmos, tuvieron que trabajar conjuntamente e intercambiar mucha información, incluso los astronautas elegidos viajaron al país contrario en una especie de programa de intercambio cultural. Esta nueva etapa de colaboración exigía un sistema de traducción informatizado que agilizara las comunicaciones.

La NASA contrató a LATSEC Corporation y World Translation Company of Canada quienes desarrollaron un sistema de traducción automática, SYSTRAN II. Este programa conseguía un ritmo de traducción entre cinco y ocho veces superior al de una persona, lo que supuso un gran ahorro en personal. 

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Quedaba todavía mucho camino por delante para llegar a los actuales sistemas de traducción automáticos con los que podemos traducir páginas como esta que estás leyendo a otros idiomas. Sin embargo, ese era el comienzo de una nueva etapa de exploración espacial en la que la colaboración entre agencias ha sido crucial para llevar a cabo proyectos tan destacables como la Estación Espacial Internacional donde investigadores de múltiples nacionalidades trabajan en iniciativas de investigación en condiciones de gravedad cero. 

Al margen de los aspectos negativos que supuso la Guerra Fría para la humanidad, la competencia de la carrera espacial promovió el interés científico en la población hasta llegar a la época actual de explosión tecnológica. 

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