El semáforo es el mejor modo de controlar el tráfico de vehículos y la seguridad de los transeúntes ante la necesidad de cohabitar en las ciudades. Sin embargo, con los avances tecnológicos que acompañan a los vehículos autónomos puede que ya no sean necesarios.

Diversas investigaciones apuntan a que cuando se masifiquen los vehículos autónomos no será necesario ningún elemento similar para controlar la ciudad. Los mismos sensores de los vehículos y la interconexión serán suficientes para regular el tránsito e incluso acelerar los viajes: no habrá tiempo de espera innecesario y los trayectos se ajustarán a las necesidades del momento.

Tal como comparten en Muy interesante, en la revista de divulgación PLOS ONE han publicado un artículo que reúne las investigaciones realizadas en Italia y Suiza sobre este tema.

Las ventajas que se pueden encontrar en este tipo de avances serían importantes en la mejora de tiempos, eliminación de contaminación, disminución de retenciones y, en definitiva, una gestión de la ciudad más sana para todos.

Pero existen dos planeamientos a tener en cuenta. Uno de ellos es el más fácil de solventar, que es la gestión del tráfico; el otro muestra importantes problemas: la toma en cuenta del viandante y cómo detectarlo. De momento, en la investigación realizada y las cuantiosas pruebas se centran más en el primer problema.

Sin embargo, teniendo en cuenta los dilemas a los que se enfrenta la conducción autónoma, este no parece de los problemas más complicados de enfocar en comparación con el análisis del terreno u otras circunstancias que se puedan encontrar en los trayectos. Al fin y al cabo, la intercomunicación entre dispositivos es habitual en otros entornos.