Un sistema convierte los gases de las fábricas en combustible
Además de los vehículos con motor de combustión, otra de las grandes fuentes de la contaminación de las ciudades proviene de los gases que se producen como consecuencia de la actividad industrial.
Para reducir este foco de polución, un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha desarrollado un sistema que permite convertir los gases residuales que generan las fábricas en combustible líquido.
Para llevar a cabo el procedimiento, los investigadores utilizan un tipo de bacteria que procesa los gases industriales, compuestos por una mezcla de hidrógeno, monóxido de carbono y dióxido de carbono. Después, los transforman en ácido acético, un elemento que se encuentra habitualmente en el vinagre. Por último, se le añade una levadura modificada al ácido acético para producir el combustible.
"Hemos reconstruido un sistema completo integrado donde se pone gas contaminante en un extremo y se puede obtener combustible líquido en el otro extremo", asegura Gregory Stephanopoulos, experto en ingeniería química y biotecnología del MIT.
La instalación de la prueba piloto se concluyó el pasado mes de septiembre en una fábrica ubicada a las afueras de Shangai, en China, y el sistema ha demostrado que funciona a la perfección.
Ahora los científicos tienen previsto iniciar la construcción de otra plataforma en una planta semi comercial más grande, que tiene un tamaño 20 veces mayor que la primera. De esta forma, tienen la posibilidad de evaluar su funcionamiento a mayor escala. "Una cosa es probarla en una escala de 1-2 libros en el laboratorio, pero hacerlo con 1.000 ó 20.000 litros es una historia diferente", explica Stephanopoulos.
El sistema para crear combustible líquido a partir de los gases de las fábricas supone un gran avance para luchar contra el calentamiento global, ya que tiene la capacidad de reciclar toneladas de gases nocivos. Además, sus desarrolladores señalan que es de bajo coste y esperan que supere satisfactoriamente las pruebas de escalabilidad.
[Fuente: The Guardian]
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