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El verdadero origen de los trabalenguas (y por qué es tan difícil pronunciarlos)

Trabalenguas palabras

Alicia Ruiz Fernández

Conocemos muchos trabalenguas que desde pequeños nos enseñan, por ejemplo el famoso trabalenguas de ‘Pablito clavó un clavito, ¿qué clavito clavó Pablito?’. Pero, ¿sabes de dónde provienen los trabalenguas y por qué nos cuesta tanto pronunciarlos?

Los trabalenguas son frases breves con palabras o sonidos parecidos entre sí, conocidos como parónimos, que cuando los leemos de forma rápida es difícil de pronunciar correctamente.

“El desafío es repetir el mismo trabalenguas muchas veces hasta equivocarse. La idea es un juego donde hay competencia con uno mismo”, ha explicado Carlos Silveyra, un escritor especialista en literatura infantil.

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El origen de los trabalenguas no está muy definido, pero hay pruebas de que algunos de ellos datan antes del nacimiento de Cristo, durante el Imperio romano.

Según un estudio reciente, la dificultad de pronunciar los trabalenguas se encuentra en nuestro cerebro. “El trabalenguas está hecho para engañar”, ha afirmado la neuropediatra María José Mas Salguero.

“A pesar de que el cerebro está muy bien organizado, sobre todo la parte motora, que es la que mueve los músculos para hablar, al pronunciar un trabalenguas rápido, llega un momento en el que te puedes equivocar”, explica Mas Salguero.

Esto se debe a que la parte de la corteza motora del cerebro que controla los movimientos de la lengua, la laringe y los labios es muy extensa, ya que los movimientos que hacemos al hablar son muy complejos. La Universidad de California realizó un estudio en 2013 en el que se evidenciaba que el cerebro coordina la articulación de las palabras no por su sonido, sino por los músculos que tiene que mover para decirlas.

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Con lo cual cuando hay consonantes y vocales que tienen una posición parecida es difícil de conseguir esa coordinación. “Y el problema aparece porque en esta repetición de sonidos y palabras similares de los trabalenguas se requiere el mismo movimiento y es aquí donde el cerebro se confunde”, explica Mas Salguero.

Por ejemplo, pronunciar las letras ‘r’, ‘l’ y ‘t’ conlleva mover la parte delantera de la lengua, con lo cual si dices rápido “Tres tristes tigres comían trigo en un trigal”, es posible que te trabes.

Las vocales ‘a’ y ‘o’ también pueden hacer que nuestro cerebro se confunda. Por ejemplo en el trabalenguas: “El cloro no aclara la cara del loro con aro de oro, claro que el cloro aclara el aro de oro en la cara del loro”. La combinación de estas letras hacen que nuestros cerebros se confundan en donde tienen que poner la lengua, explica Mas Salguero.

Así, pronunciar trabalenguas puede tener numerosos beneficios, tanto para nuestra dicción como para el ritmo de nuestro lenguaje. Por eso se siguen utilizando en las escuelas. “Siguen vigentes porque tienen que ver con que los chicos buscan crecer y sentirse adultos haciendo cosas cada vez un poquito más arriesgadas. Es un tipo de juego que está relacionado con la autoestima y con acercarse al mundo de los adultos”, afirma el profesor Carlos Silveyra.

Por tanto la dificultad de los trabalenguas puede superarse practicando cada día, y entrenando a nuestro cerebro a cambiar rápidamente la posición de la lengua así como la utilización de nuestros músculos.

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