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Fallece el joven genio Aaron Swartz

David Salces

Fallece el joven genio Aaron Swartz
Se suicida, con 26 años, Aaron Swartz, genio precozCon 14 años, participó en la creación del sistema RSSSe enfrentaba a varios procesos legales, todos bastante controvertidos

De antemano pido perdón. Sí, pido perdón, ya que no me voy a limitar a escribir una noticia contando que, con tan sólo 26 años, un joven genio, acuciado por una justicia a veces tan injusta, ha decidido quitarse la vida. No me voy a quedar en contar todo lo bueno que hizo y, tapándome la nariz, afirmando que quizá hizo las cosas mal. Sería muy cómodo (para mí, quiero decir), contar que las cosas no son ni blancas ni negras y tal y cual, y que en esta historia no hay ni buenos ni malos. Pero resulta que saber que un chaval de 26 años se ha quitado la vida me revuelve las entrañas y, si encima, es por la razón por la que ha sido en este caso, me parece que hace que la condición humana sea un tanto más indigna. Así, el suicido de Aaron Swartz con 26 años, al menos para mí, es una señal tremendamente clara de que algo huele a podrido en Dinamarca.

Pero, quizá, te estés preguntando quién era Aaron Swartz, así que hagamos un rápido repaso a su biografía:

  • Nace en Chicago, Illinois, el 8 de noviembre de 1986.
  • A los 13 años gana el premio ArsDigita, para jóvenes creadores de páginas web educativas y no comerciales. Como premio, gana un viaje al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en el que conoce a algunos de los "padres" de Internet.
  • Con sólo 14 años, participa en la definición del sistema Rss de sindicación de contenidos, el método más popular empleado hasta el momento por páginas web para hacer su contenido accesible a readers de todo tipo (Google Reader, Flipboard, etcétera). 
  • Se convierte en alumno de la Universidad de Stanford, una de las más prestigiosas del país, pero sólo durante un año y, a su salida, empieza a trabajar en un nuevo proyecto, Infogami, que poco después se convertirá en parte del más que popular servicio online Reddit, en el que los usuarios publican y comentan noticias que han encontrado en medios online.
  • Pasa a formar parte activa de múltiples grupos de trabajo, entre los que destacan el W3C (el consorcio que define, entre otros, el estándar Html).
  • Con la amenaza de SOPA y PIPA, se convierte en un activista en contra de ambas normas, que van en contra de lo que él considera que debe ser Internet. Adopta un rol muy activo, participando en actos y dando conferencias en las que expone que la normativa que supuestamente pretende acabar con la piratería en Internet tiene, en realidad, un fondo bastante más oscuro de lo que se pretende mostrar, y que puede acabar con el elemento democratizador de acceso a la información que, hasta ese momento, ofrece Internet.
  • En 2009, descarga y publica en Internet parte del archivo de PACER, una biblioteca online de documentos públicos de la Corte Suprema de Estados Unidos (organo adscrito al Gobierno Federal del país). Y es que, pese a ser documentos públicos (y, por lo tanto, el acceso a los mismos debería ser libre y gratuito), se exige el pago de una tasa para poder acceder a los mismos (0,10 dólares por página del registro). Dicha acción se tradujo en una investigación del FBI a Aaron Swartz. El proceso duró dos meses, pero finalmente se cerró al no haber cargos que presentar contra él.

Y así llegamos a 2011. En julio, el fiscal del distrito de Massachusetts presenta cargos contra él por, supuestamente, haber empleado un script (un fragmento de código de programación) con el fin de descargar contenidos del servicio online JSTOR, una página que empezó recopilando informes y publicaciones académicas de todo tipo y que posteriormente pasó a albergar también libros y diarios. El sistema nació como una alternativa online a las bibliotecas universitarias, en las que en muchas ocasiones encontrar una publicación concreta podía ser muy complicado y costoso. El acceso a dicho fondo tiene un alto coste de entrada, además de no ser accesible para cualquier persona.

La acusación contra Swartz afirmaba que, tras hacerse con un gran número de documentos de dicho servicio, su intención era compartirlos publicamente a través de redes peer to peer, algo que nunca llegó a probarse. No obstante, tuvo que pagar una fianza de 100.000 dólares para ser puesto en libertad, al tiempo que las investigaciones proseguían y, como espada de Damocles, una posible sanción de hasta 1 millón de dólares y 35 años de cárcel pendía sobre su cabeza. Aquí se produce algo muy llamativo: tras la detención de Aaron Swartz, JSTOR publica un comunicado en el que afirma que no tiene intención de ir a los tribunales. Pero pese a ello, el fiscal del distrito de Massachusetts (quizá como un moderno Javert que cree haber encontrado en Swartz a su Jean Valjean), decide seguir con el procedimiento contra él.

El joven Aaron Swartz padecía de depresión diagnosticada, y él mismo hablaba de ello con cierta regularidad a través de su blog: de cómo afectaba la enfermedad a su vida diaria, de cómo la enfrentaba, etcétera. Esto, claro, hace que no pocos vean una relación causal entre la enfermedad y el suicido. Pero, seamos francos, ¿cómo afrontaríamos nosotros la posibilidad de ser sancionados con 35 años de cárcel y un millón de dólares de multa? ¿Y todo por pretender descargar publicaciones académicas para hacerlas universalmente accesibles? Ya he comentado anteriormente que Swartz era un activista pero, ¿de qué? Básicamente, de que el acceso a la información debía ser libre y universal. Y al hablar de información no me refiero al último disco de Alejandro Sanz, ni a la última película de Hollywood, no. Me refiero (igual que él lo hacía) a información que, por su origen, naturaleza y valor, deberían ser accesibles para todo el mundo.

¿Y por qué me disculpaba al principio? Pues muy sencillo: me voy a permitir el lujo de opinar que, de no ser por una demanda injusta y un sistema judicial que, en ocasiones como esta, se muestra francamente injusto, probablemente Aaron Swartz no se habría suicidado. Si el peso del copyright (y del poderoso lobby que lo defiende más allá de lo humanamente entendible) no fuera mayor que el de quienes defienden que el acceso a la información no debe convertirse en otra brecha social, un joven de 26 años no se habría quitado la vida. Si los valores tuvieran más peso que los intereses, seguramente hoy no estaríamos hablando de que un joven genio se ha suicidado.

No creo, y ya lo he dicho en otras ocasiones, en el "todo gratis", defiendo un modelo en el que todo tiene un justo valor y, por mal que me caiga Alejandro "Magno" Sanz (y me cae mal, muy mal, de veras), no creo que se pueda justificar la descarga de sus lamentables discos enarbolando la bandera de la difusión gratuita de la cultura. Sin embargo, que un chaval que sólo pretendía que algo que debe ser para todos, llegara realmente a todos, se haya suicidado por culpa de una acción judicial vergonzosa, me parece que está muy por encima de lo que, como personas, debemos consentir. El suicido de Aaron Swartz es una buena noticia para aquellos que hace ya tiempo perdieron el norte con esto del copyright, quizá incluso haya fiesta en la sede de alguno de los lobbies que lo defienden a ultranza. Sí, de esos que luego resulta que son los más ladrones de todos. Yo, personalmente, creo que hoy es un día gris, muy gris. Un día en el que debemos decir adiós a un genio, y que su pérdida no debe caer en saco roto.

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