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El 30% del planeta sufre olas de calor mortales por el cambio climático

ola de calor
Un estudio de la revista Nature revela que el 30% del planeta sufre olas de calor mortales al menos 20 días al año. En 2100 las padecerá el 74% de la población.

El verano todavía no ha arrancado oficialmente y la semana pasada ya sufrimos una ola de calor que subió los termómetros a más de 45 grados a la sombra en muchos puntos de España. 

La situación es de lo más preocupante: el cambio climático ha elevado las temperaturas en muchas zonas del planeta, haciendo de 2016 el año más caluroso de la historia desde que se guardan registros. El calor extremo pone en riesgo la vida de las personas que tienen que soportarlo. No olvidemos que el verano de 2003 se cobró 70.000 vidas en Europa como consecuencia de las altas temperaturas, y el de 2010 supuso el fallecimiento de 55.000 personas en Rusia por la misma razón. 

De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nature, en la actualidad alrededor del 30% de los habitantes del planeta están expuestos a sufrir olas de calor que ponen en riesgo su vida durante al menos 20 días cada año. Y esto es solo el principio: de continuar por el mismo camino y no poner remedio al cambio climático, para el año 2100 será el 74% de las personas las que se encontrarán en esta situación de calor extremo. Para realizar estas estimaciones, los investigadores estudiaron 911 documentos que incluyen datos de 1.949 regiones donde se registraron muertes vinculadas a las altas temperaturas. 

¿Por qué las olas de calor pueden ser mortales?

El calor interfiere negativamente en el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Es complicado establecer unos grados determinados, ya que, además de las temperaturas elevadas, influyen otras variables, como la humedad, la luz solar, la brisa o el clima.

Teniendo en cuenta estos parámetros, pasado cierto umbral la hemoglobina, que es la proteína presente en los glóbulos rojos que se encarga de recoger y transportar el oxígeno en la sangre, tiene más dificultades llevar a cabo su tarea, lo que se traduce en que nos llega menos oxígeno a través de la respiración.

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Por otra parte, el sudor es el encargado de enfriar nuestro cuerpo a través de la evaporación, pero los niños y los ancianos presentan menores niveles de transpiración, lo que hace que tengan más problemas para regular su temperatura corporal. Además, en presencia de humedad el sudor no se evapora igual de rápido que en climas secos, por lo que la función de refrigeración resulta menos efectiva.  

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Como consecuencia de un incremento de la sudoración, se acelera la pérdida de agua de nuestro organismo. La deshidratación es letal: se ralentiza el flujo sanguíneo a los órganos no vitales, como los riñones o el intestino, causando daños como la acumulación de toxinas y desechos celulares por una filtración incorrecta de la sangre. En caso de no beber agua, la temperatura corporal se descontrola, se sobrecalientan los órganos vitales y se produce insufiencia renal, un cúmulo de circunstancias que pueden causar la muerte. 

[Fuente: Popular Science]

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