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El truco psicológico de Benjamin Franklin para caer bien a todo el mundo, incluso a sus enemigos

El truco psicológico de Benjamin Franklin para caer bien a todo el mundo, incluso a sus enemigos

Inventor del pararrayos y las lentes bifocales, diplomático y Padre Fundador de Estados Unidos, Benjamin Franklin tenía un truco para caer bien incluso a sus rivales. Y los psicólogos han comprobado que funciona.

Hay pocas figuras más importantes en la historia de Estados Unidos que Benjamin Franklin. Destacado científico e inventor, todos conocemos la famosa historia en la que puso una llave en una cometa durante una tormenta para demostrar que las nubes contenían electricidad. Así inventó el pararrayos, en 1752. También las lentes bifocales, la estufa de Franklin, la paleta de natación, un motor electrostático, y muchos inventos más.

Pero además, Benjamin Franklin es uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos, que participó en la redacción de la Declaración de Independencia. Fue Presidente de Pensilvania, embajador de Estados Unidos en Suecia y Francia, y director del Servicio de Correos de Estados Unidos, entre otros muchos cargos. Además de fundar docenas de instituciones cívicas, incluyendo el colegio que dió lugar a la Universidad de Pensilvania.

En su vida Benjamin Franklin tuvo que trabajar con personas de todo tipo, incluyendo enemigos políticos y personajes que tenían envidia de sus inventos y su popularidad. Pero este inmortal científico tenía un truco para caer bien incluso a los enemigos, que los psicólogos llaman Efecto Benjamin Franklin. Y han comprobado que funciona.

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Según cuenta Business Insider, Benjamin Franklin  tenía un enemigo, una persona que se enfrentaba a él públicamente. El propio inventor explica en uno de sus escritos que utilizaba un truco para ganarse a sus rivales: les pedía algo prestado, y a los pocos días se lo devolvía con una carta de agradecimiento.

En el caso de este enemigo, le pidió un libro de su biblioteca. Según cuentan las crónicas esta persona se sintió alagada por prestarle el libro, y fueron amigos hasta la muerte.

En 1979, un grupo de psicólogos intentó comprobar el Efecto Benjamin Franklin. Un investigador organizó un supuesto experimento pagado, con unos estudiantes. A un tercio una secretaria les dijo que se habían quedado sin fondos y debían devolver el dinero. A otro tercio, fue el propio investigador el que les explicó el problema. Y otro tercio se quedó con el dinero. Después preguntaron a todos qué tal les caía el investigador. Curiosamente, caía mejor a los que les había pedido que le devolviesen el dinero como un favor, que a los que se quedaron con el dinero.

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Otro grupo de psicólogos también lo probó en Estados Unidos y Japón. Pusieron a dos trabajadores a trabajar en una misma tarea. En un tercio de los casos los dos hacian el trabajo por su cuenta. En otro tercio, un jefe le ordenaba a uno que ayudase al otro. Con el último tercio, un trabajador pedía ayuda al compañero.

Tras pedir opinión sobre el compañero, caían mejor los que habían pedido ayuda por su cuenta. Y peor, cuando el jefe les obligaba a ayudar...

¿Por qué ocurre esto?  Yu Niiya de la Universidad Hosei de Tokio, autora del último estudio, asegura que se debe a lo que llaman reciprocidad de gusto o atracción. Tendemos a apreciar a las personas que nos aprecian. Cuando alguien nos pide un favor asumimos que lo hace porque le caemos bien o nos tiene aprecio, y eso hace que también nos caiga bien a nosotros.

A fin de cuentas, lo que buscan la mayoría de las personas, incluso nuestros enemigos, es caer bien a los demás y ser apreciados. Benjamin Franklin lo sabía: pedía favores para hacer ver a la gente que le caían bien, e incluso sus enemigos apreciaban el gesto y cambiaban su opinión hacia él.

Ponlo en práctica y quizá te sorprendan los resultados. Pero eso sí, al contrario de lo que hace la mayoría de la gente, devuelve lo que te prestan...

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