Las redes sociales han cambiado la forma de comunicarnos, y sería absurdo negar sus beneficios. Pero también arrastran muchos problemas de privacidad, fake news, manipulación, y sobrexposición social.

Y estos problemas se convierten en un muro con el que chocan las mentes aún en formación de los menores y adolescentes. Un golpe que les provoca problemas psicológicos, o adicción pura y dura.

Lorna Klefsaas es una madre de Minnesota (Estados Unidos), que había comprobado como sus hijos mayores habían acabado enganchados a las redes sociales, así que se le ocurrió una curiosa propuesta para su hijo menor, de 12 años: le pagaría 1.800 dólares si no usaba las redes sociales hasta los 18 años.

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Al todavía niño Sivert, que por aquel entonces tenía una cuenta de Snapchat que apenas había usado, 1.800 dólares le parecían una fortuna, así que aceptó el reto.

Seis años después, tras cumplir 18 años y pasar 6 años sin usar redes sociales, Sivert cuenta su experiencia en Green Living Tribe.

En primer lugar, el joven se lamenta de que 1.800 dólares con 12 años, no se ven igual que con 18... Y la inflación tampoco ayuda. De niños pensaba comprarse un coche o una casa, ahora se conformará con comprarse una tele y algún mueble para la habitación de estudiante universitario.

Sivert explica que no le resultó demasiado duro estar 6 años sin redes sociales. Pero confiesa que tuvo momentos de debilidad: "Cuando conocía a gente nueva y la única información de contacto que ofrecían era Snap, eso era un poco duro. Y hubo momentos en los que me perdí los chistes internos o las tendencias de TikTok, pero encontré formas de estar informado".

Pese a que su madre le dijo varias veces que podía dejarlo, Sivert decidió seguir hasta el final. Recurrió a sus amigos para que le contasen los chismes de las redes sociales.

Reconoce que cogió fuerzas al ver como algunos de sus amigos estaban enganchados a las redes: "Vi a amigos consumidos por las redes sociales y no quería ser yo. También aprendí que la gente puede ser muy mala en las redes sociales. Y vi lo perjudicial que era eso para la gente".

"Puede que me entristeciera por perderme algunas cosas, pero me alegré de perderme todo ese drama", concluye.

Como se puede ver, es posible pasar la adolescencia sin redes sociales. Algo que no puede hacer todo el mundo. Pero al menos, nunca hay que perder el control sobre ellas. Entonces es cuando tienes un problema.