El negocio de las tablets para presos en Estados Unidos
Victor Perez Rodriguez
Uno de los primeros pasos al entrar en la cárcel consiste en desprenderse del teléfono móvil, síntoma de la desconexión con el mundo exterior durante el período de condena. Pero eso comienza a ser cosa del pasado, al menos en Estados Unidos, donde JPay hace negocio con la venta de tablets a los presos.
JPay acaba de lanzar el último modelo de su tablet para presos, la JP5Mini destinada a sustituir a su predecesora -JP4 tablet- gracias a algunas mejoras que prometen facilitar la vida en la cárcel.
Estas tabletas electrónicas están fabricadas a partir de policarbonato y están recubiertas con un plástico transparente con el objetivo de impedir que sean utilizadas para introducir contrabando en la prisión o como armas en reyertas con otros reclusos.
La nueva JP5Mini, la tablet ultrarresistente para presos, tiene una pantalla de 4.3 pulgadas, un procesador dualcore que permite la multitarea y 32 Mb de almacenamiento interno, espacio justo para la versión personalizada de Android que llevan instaladas estas tablets junto a un boot loader que impide instalar cualquier otro sistema operativo.
JPay, especializada en servicios relacionados con la comunicación de los presos con sus familias, vende estas tablets por 70 dólares. Los condenados pueden escuchar música, escribir correos electrónicos, ejecutar algunos juegos e incluso hablar por videoconferencia con sus familiares.
Sin embargo el sistema es mucho más cerrado de lo que parece por la censura. La comunicación está vigilada y no se permite ni el envío de un correo electrónico ofensivo ni canciones con letras violentas. “Nuestra misión es educar y rehabilitar a los presos para reducir la reincidencia”, explica el CEO de la empresa, Ryan Shapiro, a Techcrunch.
Las tablets para los presos de Estados Unidos son todo un negocio para JPay, que planea introducir un mercado de apps a lo largo del mes de agosto a través del cual los reclusos podrán descargarse aplicaciones educativas y juegos como los sudokus.
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Además de la venta de los dispositivos, JPay hace negocio con el envío de tarjetas y postales virtuales que de media le cuestan a los presos unos 30 centavos. Además, la empresa cobra altas tasas -de hasta el 45 por ciento- en las remesas de dinero que realizan los familiares a los presos, aunque ha felixibilizado su política durante los últimos meses a raíz de las críticas.
En total, se calcula que JPay tiene 2 millones de clientes entre los compradores de sus dispositivos móviles o los que utilizan sus servicios para enviar dinero a los condenados. Las tablets para presos también son un negocio de oro.
[Fuente: TechCrunch]
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