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No es el ligue de tu vida, es otro hombre: así troleó este hacker a los usuarios de Tinder

Tinder

"A mí lo que me gusta es modificar el código de programas o páginas para divertirme. Por ejemplo, de Tinder", dice Sean (nombre ficticio para este artículo).

Así es como comienza la historia uno de los mayores trolls de los últimos tiempos, un usuario que hackeó una de las aplicaciones de citas más populares del mundo por puro entretenimiento. De esta forma, hacía creer a los hombres que estaban hablando con mujeres espectaculares cuando, en realidad, mantenían conversaciones con otros usuarios de la plataforma.

Este hecho ha sido descubierto por una redactora del medio estadounidense The Cut cuando preguntó a un chico con el que había quedado a través de la aplicación de citas Bumble sobre sus hobbies. Este le dijo que una de sus mayores aficiones — al margen de tocar la guitarra o beber Martinis— era hackear Tinder.

Al preguntarle cómo lo hacía, la redactora se dio cuenta que lo tenía todo atado: "Lo primero que hice fue crear, junto con mi compañera de piso, un perfil llamado Haley (como ella) en la plataforma y seleccionar algunas de sus fotos por las que esta mujer con la que hablaban les pareciera atractiva pero cercana. Una vez hecho, creé dos programas maliciosos", explica el desarrollador.

El primero de ellos daba 'like' (Me Gusta) a 800 hombres de forma indiscriminada dentro de la aplicación. El segundo, el cual Sean se había pasado meses desarrollando, emparejaba a hombres dentro de la app con otros chicos en cuanto contactaban con ella, es decir, cuando hacían 'match'. 

Cuando uno de ellos le mandaba un mensaje, automáticamente se ponía en contacto con otro hombre que había contactado con este perfil falso. En caso de que el tipo en cuestión llamara a "Haley" por su nombre, el código lo cambiaba por el nombre del chico.

Tan pronto como puso en marcha este mecanismo, todo comenzó a ir como la seda. En cuestión de horas tenía 400 conversaciones de lo más variopintas. "Hay un tipo de hombre con el que este hack funciona muy bien. No me refiero a aquellos que buscan novia o una conversación casual. Con los que mejor va es con aquellos que están buscando algún tipo de conexión", explica.

Pero, ¿cómo lo hace? El programa de Sean es capaz de cambiar palabras de forma automática como si fuera una especia de diccionario al revés. Así, cuando alguien decía "hombre" se convertía en "mujer", "tío" por "tía", "pene" por "vagina", etc.

El sistema tenía errores — a propósito

Tinder

Pero el sistema no era perfecto. En inglés existen muchas palabras que incluyen "men" (hombre) y "woman" (mujer), por lo que a veces aparecían resultados de lo más divertidos.

"Argument" (argumento) se convertía en Argwoment, Manhattan era Womanhattan y así un sinfín de situaciones. Además, Sean no tuvo en cuenta algunas palabras que se usan de forma coloquial en inglés, como por ejemplo "dad" (papá) o "girl" (chica); "lady" (señorita) o boner ("erección"); "hard" (duro) o "wet" (mojado).

Una de las conversaciones que se mantuvieron fue esta: 

"Got me a boner… Awomanly one, an aggressive one, that bites people" (Provócame una erección... una muy femenina, que sea agresiva, que penetre a la gente, en español).

También se producían cambios de género repentinos, como este que tenemos a continuación:

tinder conversaciones
Business Insider España

Sean reconoció que los errores en este diccionario al revés eran deliberados. "Si fuera perfecto no sería interesante. Necesitas que, en algún momento, se manifieste la verdad — que es cuando se dan cuenta que alguien les está gastando una broma. Sin eso, no sería hilarante", explica Sean. 

Pero hay más. Después de que la redactora siguiera manteniendo el contacto con el desarrollador, le dio acceso a las conversaciones con la condición de que no se identificara a ningún usuario. Así, encontró algunos ejemplos de cómo mantenían conversaciones eróticas entre sí sin ningún tipo de sospecha.

De hecho, Sean podía ver los diálogos en tiempo real, algo que le provocó algunos momentos divertidos con sus amigos. "Era algo mágico", le dijo.

... Y entonces dejó de ser tan divertido

Una de las situaciones más problemáticas se produjo cuando un par de hombres decidieron quedar para conocerse en un bar. "Estaban planeando dónde se verían y qué es lo que llevarían puesto. Fue entonces cuando Haley pensó que se darían cuenta de que alguien les estaba tomando el pelo y se sentirían humillados. No sé hacia donde va esto. Se suponía que debería ser divertido, pero no lo está siendo", le dijo su compañera de piso a Sean.

Empezó a dudar porque, aunque en un principio pensó que ligar por Tinder era "penoso", se dio cuenta de que su hackeo podía hacer daño a gente que se pensara que había encontrado a su media naranja. "Es cierto que algunos chicos son muy dulces. Entonces pensé: ¿quién soy yo para decirle a la gente cómo tiene que conocerse?", explica.

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Así, el gran problema vino cuando la gente empezó a quedar. Al principio, pensó en ir a esas citas y, como si fuera un espía de incógnito, observar desde lejos, pero pronto se dio cuenta de que la situación podría pasar de cómica a dramática. "¿Y si la gente se ponía nerviosa o violenta? Podría llegar a ser hasta cruel", explica Sean.

Por eso, en un primer momento, cuando Haley o él se daban cuenta de que dos usuarios iban a quedar, decidió que la solución era deshacer ese 'match' que les había unido en un principio. Poco después, añadió unas líneas de código por el que el programa cambiaba cualquier número de teléfono a su número de Google Voice, con área 415. Así, modificó sus geolocalizaciones para que Tinder les indicara a hombres que estaban en Nueva York o San Francisco que el perfil con el que hablaban estaba en la otra punta de Estados Unidos

En la mayoría de los casos los usuarios tenían dos teorías: que Tinder tenía un problema con su ubicación o que el móvil de la persona con la que hablaba tenía un error de software. Sin embargo, se dio cuenta de que mucha gente acabó herida con este experimento... y decidió echar marcha atrás.

Qué le motivo a comenzar con este experimento

Tinder

Tal y como cuentan en The Cut, todo comenzó con una mera curiosidad tecnológica sobre las cadenas Markov, un tipo especial de proceso estocástico discreto en el que la probabilidad de que ocurra un evento depende solamente del evento inmediatamente anterior (piensa en algo parecido al texto predictivo de tu móvil).

Entonces, una de sus amigas le habló lo realmente desagradables que eran los primeros mensajes que recibía por Tinder. "No me podía creer que hubiera personas que pensaran que esto iba a funcionarles. Así que, en un primer momento, pensé en crear un bot que subiera esas conversaciones desagradables a Twitter, pero pronto cambié de idea", explica.

Después pensó en hacer una prueba de mujeres hablando con otras mujeres, lo que resultó tremendamente interesante, según su opinión. Y es que, al parecer, las conversaciones entre chicas no eran tan divertidas como las de los hombres, ya que hablaban de la universidad o de sus gustos personales.

Así que se decidió a dar el salto hacia el otro bando: los chicos. El resto, es historia.

Consiguió un trabajo

Escribiendo en un ordenador portátil

Lo curioso de todo esto es que Sean consiguió un trabajo gracias a esta anécdota. Al parecer, cuando el reclutador le preguntó por sus hobbies, él le respondió con esta historia.

Y es que, más allá de si este experimento es ético o no, su futuro jefe quedó impresionado por la originalidad de la situación, así como por los problemas técnicos que tuvo que resolver por el camino.

Personalmente, lo único que me queda claro después de conocer esto es que poco nos podemos fiar a día de hoy de lo que nos vendan en cualquier aplicación de citas.

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