Cuando pensamos en la NASA, la cabeza se va a la Luna, Marte o los diferentes satélites y sondas que tienen repartidos por el espacio. Sin embargo, también tienen proyectos muy interesantes para la Tierra, y junto al Instituto Tecnológico de Massachusetts, están desarrollando las alas de los aviones del futuro.

La NASA quiere reinventar los aviones, ya que se trata de vehículos que llevan desde su concepción siendo exactamente iguales: una parte central, cilíndrica desde hace décadas, que tiene a los lados las alas, largas y con partes móviles.

Eso es, precisamente, lo que la NASA quiere eliminar. Cuantas más partes móviles hay en... cualquier cosa, más probabilidad de rotura existe. Es una de las preocupaciones con móviles como el Find X o el Mi Mix 3, los dos con partes traseras desplazables, y la NASA quiere cambiar eso (de forma más futurista que con su proyecto Sugar Bolt)

Las partes móviles de las alas de los aviones, decenas de mecanismos que sirven para adaptar el ala a las condiciones del viento y a lo que el piloto quiere hacer (básicamente, aprovechar la fuerza del viento o su resistencia para ir más rápido, más despacio o cambiar la inclinación).

Las nuevas alas de aviones desarrolladas por investigadores de la NASA y el MIT no cuentan con esas partes móviles hidráulicas, ya que se trata de un diseño más sencillo que consiste en un ala flexible que se transformará en tiempo real durante el proceso de vuelo.

Está formada por diminutos triángulos unidos entre sí, pero con espacio suficiente para poder adaptarse de forma dinámica. Son ligeros, resistentes y flexibles, lo que también permitiría ser más eficiente en los vuelos, aprovechando mejor las corrientes de aire, y gastar, así, menos combustible.

Según los investigadores, las pruebas en uno de los túneles de viento de la NASA han sido prometedoras, pero aún  falta tiempo para ver esto  que hoy es un concepto en aviones comerciales. Si es que algún día llega a implementarse.

Eso sí, si no sale adelante en aviones, puede que tenga aplicaciones en naves espaciales o en cualquier estructura terrestre que no tenga nada que ver con la aviación, como molinos de viento o cualquier sistema que necesite ser lo más eficiente posible a nivel aerodonámico.