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25 aniversario de Computer Hoy: Las gafas inteligentes Google Glass

Persona utilizando unas Google Glass

Flickr

En 2012 vimos el futuro de la tecnología con Google Glass, pero malas decisiones y problemas de privacidad mataron, precipitadamente, una de las mejores ideas de Google. Este reportaje se engloba dentro de un serial de 25 hitos tecnológicos que han marcado la historia reciente con motivo del 25 aniversario de Computer Hoy.

Google Glass fue un dispositivo innovador desarrollado por la compañía de la gran G, cuyo prototipo fue presentado en el evento I/O de Google en 2012. Más tarde, el 15 de abril de 2013, se lanzó un modelo especial para desarrolladores denominado Glass Explorer Edition, y en 2014 salió ba la venta una versión para consumidores en EEUU.

Finalmente, debido a numerosas preocupaciones sobre la privacidad y la utilidad limitada en ese momento del dispositivo, Google anunció el fin de las Google Glass en 2015. Aunque el proyecto fue suspendido, sentó las bases para el desarrollo posterior de tecnologías relacionadas con la realidad aumentada y los wearables.

Con las gafas Glass, Google quería mostrar el futuro en el sentido más amplio de la palabra. Se trataba de un dispositivo inteligente que combinaba gafas tradicionales con tecnología de realidad aumentada. Ofrecían así una experiencia novedosa, proyectando información en el campo de visión de quien las llevase puestas. Para acceder a sus funciones, el usuario debía emplear básicamente comandos de voz y gestos táctiles. 

Sólo se requería un poco de práctica para que las gafas ejecutasen las órdenes del usuario y, además, una vez puestas eran muy cómodas de llevar. Al principio, todo parecían ventajas…

Pero, ¿cómo funcionaban en realidad? 

A pesar de su diseño poco convencional y de que sus funciones todavía estaban limitadas al mercado norteamericano, en 2014 pudimos probar un prototipo de Google Glass en Computer Hoy y quedamos fascinados por el potencial de las gafas. 

Estaba claro que muchos usuarios querían ponérselas ya y experimentar con su propia voz. Sin embargo, aunque Glass era todavía un prototipo, todas las aplicaciones y funciones que Google demostró tener, hacían que los seguidores de la tecnología se mostrasen, al igual que nosotros, cada vez más entusiasmados. Por aquel entonces, la idea era que las gafas pudieran comercializarse en España a un precio similar al de un móvil de gama media. 

"En sus orígenes, Glass no eran más que unas simples gafas de buceo con un teléfono inteligente adherido", comentó Stefan Keuchel, manager de relaciones públicas de Google. Sin embargo, las gafas futuristas que se ofrecían en 2013 ya no tenían nada que ver con eso: Glass incorporaba 16 GB de memoria, WiFi y Bluetooth y su cámara integrada capturaba imágenes a 5 MP y vídeos con una resolución de 720p. Los contenidos se veían tan grandes como en un monitor de 25", a una distancia de 2 metros, aunque en realidad no tan nítido, y la pantalla se coloca a la altura de las cejas para que no interfiera en la visión. 

Google Glass

Google

Esto así visto suena bien, pero cuando tuvimos la posibilidad de probarlas, allá por 2014 recién traídas de los EEUU y sólo como modelo previo (todo ello por 1.500 dólares), algunos de nuestros compañeros de la redacción parecían estar ausentes y muchos entrecerraban los ojos ligeramente.

Para hacernos mejor a la idea de cómo fue el proceso de prueba, recordamos primero cómo fue el momento en el que las Google Glass llegaron a la redacción. Lo primero fue desembalarlas. Si algo llama claramente la atención es que la caja tenía un aspecto excelente: aquí Google se había dejado inspirar por el concepto de elegancia y sencillez de Apple.

Tras la primera carga, las gafas ya estaban listas, así que lo siguiente era encenderlas y ponérselas. En ese momento, en la pantalla ya se estaba reproduciendo el vídeo de presentación.

El pequeño prisma que proyectaba la información en ellas parecía una pantalla de 26" (vista desde una distancia de 2,4 m). Lo suficiente como para reconocerlo todo sin ninguna complicación. Por otro lado, las gafas no tuvieron ningún problema en entender los comandos del redactor (aunque de momento tenían que ser en inglés). Y el control, mediante deslizamientos o toques en el touchpad lateral, también funcionó muy bien.

 

El usuario, al ponerse por primera vez las gafas, pasaría por un proceso de toma de contacto en el que podía divertirse con el dispositivo.Por desgracia, comprobamos también que las Google Glass no eran muy flexibles. Que no se pudieran cerrar las patillas se perdonaba pero, durante la instalación, las gafas quedaban vinculadas de forma fija a una cuenta de Google. Es decir, regalar o vender las Glass podía llegar a convertirse en un problema, porque Google se reserva el derecho de bloquear los dispositivos si se vinculaban con otra cuenta de la compañía. 

Por otro lado, la mera configuración de las gafas no era suficiente, ya que muchas de sus funciones requerían también el uso de un smartphone. Por ejemplo, para consultar la web o navegar, el usuario necesitaba tener instalada en su dispositivo Android o iOS la app MyGlass. Así, al vincular ambos, se podía ver la información y las rutas en pantalla. Las gafas se convertían así de un intermediario entre los comandos del usuario y el móvil. 

Por ejemplo, para buscar algo en Google con las gafas, tras el comando universal "OK Glass", le debía seguir "Google…" y el dispositivo mostraría entonces los resultados de la búsqueda. Mediante MyGlass, era también posible instalar más apps para las gafas, configurar la conexión WiFi o compartir contenidos. La meta de Google estaba clara: los usuarios de Glass debían comunicarse todo lo posible con los demás. 

Y esto era algo bastante sencillo con las gafas. Por ejemplo, tras grabar un vídeo, este aparecía ya en pantalla. Y si entonces decías "Share with" y nombrabas a uno de tus contactos, este recibiría el vídeo. Para todo esto, las gafas utilizaban servicios de Google como Google+ (un peligro para tu privacidad). Y si por casualidad no pronuncias bien el nombre, es posible que la persona equivocada lo recibiera. 

 

Por su parte, el modo foto era fascinante y muy accesible. Era posible tomar instantáneas sin manos, simplemente con un comando de voz. Y cuando las visualizaban, las veías realmente con los ojos del fotógrafo.

Durante las llamadas, Glass también mostró sus ventajas: el nombre y el número del contacto aparecían en pantalla y un toque sobre el touchpad lateral era suficiente para aceptar la llamada. Y para llamar a alguien bastaba con decir "Ok Glass, make a call to…". 

Sin embargo, a pesar de las estupendas funciones de las que hemos hablado, el hardware del modelo previo no cumplía todavía con la visión de Google. El mayor problema era la duración insuficiente de la batería. En nuestra prueba, se acabó tan sólo tras 64 min de uso intensivo. Así que, como compañera de deportes o fotografía, aún no servía. 

Larga espera: en nuestra prueba se pudo comprobar que, hasta que la batería estuviera cargada, se necesitaban unas dos horas. La pena es que luego sólo duraba 64 minutos.
Larga espera: en nuestra prueba se pudo comprobar que, hasta que la batería estuviera cargada, se necesitaban unas dos horas. La pena es que luego sólo duraba 64 minutos.

Google

 Además, nuestro modelo de prueba se calentaba hasta los 50ºC tras tan sólo 10 minutos de uso. Obviamente, manejarlas así se convirtió en un problema. 

También nos decepcionó la calidad del vídeo. Aunque las fotos las hacía con 4,6 MP, los vídeos (con menos de 1 MPíx) tenían mucho ruido. En cuanto a la memoria, era suficiente para muchas fotos, con sus 12,8 GB. 

La conclusión de aquel análisis es que lo mejor de las Glass era el control por voz y la toma de fotos en modo manos libres. Pero los problemas técnicos de las gafas demostraban claramente que se trata de un modelo previo. La visión era correcta, pero la tecnología todavía no. Debían mejorar aún cuestiones como la batería, para que el futuro de esa tecnología fuese algo más que prometedor.

Apps para las Google Glass

Los resultados aparecían en la diminuta pantalla de las gafas. A través de su app, estos contenidos también se transferían directamente al smartphone.
Los resultados aparecían en la diminuta pantalla de las gafas. A través de su app, estos contenidos también se transferían directamente al smartphone.

Google

Como ya hemos dicho, para obtener el máximo potencial del dispositivo era necesario el uso de otras apps. Así, durante algún tiempo, hubo hasta 48 aplicaciones para Google Glass. Algunas de ellas, como Facebook, Foursquare o Twitter, eran ya populares por aquel entonces en otras plataformas como PC o smartphones. 

Sin embargo, mucho más interesantes eran los usos que la tecnología Word Lens podía llegar a otorgarle a las gafas. Esta app, disponible para dispositivos Android e iOS, permite traducir al instante palabras escritas, utilizando para ello la cámara del dispositivo. De este modo, esta aplicación en las Google Glass permitiría, por ejemplo, la traducción en tiempo real de los menús de un restaurante. También eran interesantes las aplicaciones para deportes o, por ejemplo, la app del New York Times para Glass. Con esta instalada, el usuario podría estar al día de las noticias. 

El lado oscuro de las Google Glass

Todas las pruebas que se iban realizado de las gafas inteligentes iban causado buena impresión. Aunque las Glass todavía se encontraban en fase beta, las apps que había disponibles para la navegación, la búsqueda de determinados servicios en los alrededores, las aplicaciones para hacer fotos y compartirlas en Facebook y Twitter, etc., iban mostrado el gran potencial que había en Google Glass. 

Sin embargo, existía otro lado, que consistía en el uso abusivo que se le podía llegar a dar a las funciones de estas gafas. Por ejemplo, grabar secretamente en el cine, en la playa o para espiar a otros. Aquí surgía una importante pregunta: ¿cómo reaccionan los demás ante alguien que llevara puestas las gafas de Google? 

Traducción en tiempo real: con la aplicación Word Lens instalada en el dispositivo, Google Glass era capaz, por ejemplo, de traducir señales de tráfico al momento.
Traducción en tiempo real: con la aplicación Word Lens instalada en el dispositivo, Google Glass era capaz, por ejemplo, de traducir señales de tráfico al momento.

Google

Como las Google Glass se asemejaban mucho a unas gafas normales, podría ocurrir que la mayoría de los ciudadanos no se diese cuenta de que estaban siendo grabados o fotografiados. Además, una vez que esta tecnología se impusiese, existía el peligro de que cualquiera se convirtiese en un potencial ‘espía’ que llevase consigo la lente de una cámara delante de los ojos.

El abogado y experto en seguridad David Overbeck avisaba de este modo: "Los juzgados lo consideran una limitación de la libertad de expresión, si he de contar con que mis opiniones acaben siendo publicadas contra mi voluntad". Y añadía así: "El libre uso de Google Glass es peligroso: por ejemplo está prohibido grabar en unos lavabos públicos. Una vulneración de esta zona privada de las personas puede conllevar penas de cárcel de hasta un año. Y también se pueden perseguir legalmente las grabaciones hechas sin consentimiento. Porque todas las personas tenemos el derecho a la imagen. Sin el permiso expreso, no puedes publicar fotos de nadie. Las excepciones son los políticos, famosos y personas relacionadas con un evento público".

De hecho, por aquel entonces se esperaban ya prohibiciones: en cuanto las gafas estuviese disponibles en más países, es posible que los cines o restaurantes comenzasen a exhibir prohibiciones como en los Estados Unidos.

2015, el fin de un proyecto

Tras ir comprobando cuáles fueron sus luces y sombras, es fácil adelantarse al desenlace: en el año 2015 Google abandona el proyecto de estas sorprendentes gafas, que sin duda han marcado un punto de inflexión en la tecnología y han influido notoriamente en el desarrollo de otras. 

Su alto coste, las preocupaciones sobre la privacidad y seguridad, las críticas relativas a su diseño y apariencia (muchas personas las consideraban extrañas o incómodas) o su utilidad limitada en aquel momento, contribuyeron de alguna manera a que no fueran del todo bien recibidas por el público en general.

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